miércoles, 11 de mayo de 2011

"RELATOS BANDA" la visión de una época en la que el ROCK era, es y sera un pilar en la personalidad de ROLANDO PACHECO...

lunes, 9 de noviembre de 2009

-ALLA EN LAS ZARZAS-

Don Gaspar con su cauteloso andar transita como una sombra por los solitarios pasillos de la parte trasera del edificio de talleres. Arrastrando su alma vaga en un ir y venir constante, dando cuenta del tiempo que ha pasado. Ahogándose entre los años que ha vivido en su longeva existencia, cae en una interminable agonía pisoteado por la pesadez de su existencia. Como pesadas cadenas arrastra sus tardos pasos para terminar su ronda matinal. Sobre sus espaldas se derrumba el peso de una larga vida con rígido rictus en su semblante y, entre las lívidas luces se dibuja su silueta que proyecta una sombra deformada.
En su mirada asoma un hondo pensamiento que se percibe oculto en su memoria. Sus profundos espectros de mirada divagando por el espacio, provienen; de un acuoso y cristalino gris rodeado de una espesa gelatina ocular. Sus escasas e ínfimas pestañas rodean unos diminutos ojos que escrupulosos se pierden internamente en la lejanía, allá donde sin pestañear, se clavan…
En la mañana de penumbra, despunta un incipiente amanecer; impávido despertar. En la mayoría de ellos, por esas fechas, sin cambios de notarse, sin embargo; ese día en especial se sentía un tanto decrepito e inanimado. En el horizonte apenas se asomaban los destellos plomizos, acentuados por la apagada erupción solar, brillaron sus tenues rayos. El surgimiento velado del sol señalo más tarde el ambiente helando de la mañana. El cantico de las aves perezoso y débil moderaba a la par con el liviano zumbido del viento al correr.
Don Gaspar se acurrucaba en el sitio con vista al amanecer. Su compañía, un viejo pupitre pintarrajeado por las generaciones de estudiantes que en sus buenos tiempos lo usaron. No deja de apuntar sus pensamientos en la misma dirección e insistente no permite que nada lo saque de su cometido.
-Qué onda don Gas, que haciendo -dice entusiasta a manera de saludo Teto-.
-Que quieres que esté haciendo, no hay más que hacer -con desidia contesta sin despegar la mirada perdida en el vacío-.
-Qué… lo agarramos de malas -tercia Rolando-.
Solo volteó desperdiciando una furtiva mirada para no dejar pasar de largo el saludo y se bloqueó en sus pensamientos. Por un momento no dijo nada y los visitantes hicieron lo posible para no sacarlo de su cavilación.
Ya en otras ocasiones las respuestas de don Gaspar a los comentarios de algunos estudiantes que se le acercaban más, eran de igual manera; hoscos y cortantes. No faltaban aquellos que solo jugarretas le hacían y ante esa situación, éste respondía. Como ya era una persona de edad muy avanzada y ampliamente conocida en la escuela -de alguna manera se mezclaba entre la población de alumnos- se relacionaba con casi todos los eventos y en las actividades de los talleres, esto era a tal grado que, en una ocasión le escondieron su sombrero y por una temporada se vio enojado casi con todos.
-No tuvieron clases o se escaparon muchachos.
-No, no ha llegado el profe y por lo que se ve, tal vez ni llegue -dice despreocupado Rolando al momento de que se sienta en el piso-.
-Lo venimos a saludar, qué ¿cómo anda…? -dice Teto-.
Don Gaspar se le quedó viendo con una penetración en su mirada que quiso leerle el pensamiento. Pasados unos segundos esbozo una mueca sarcástica a manera de risa interpretando la lectura que obtenía de su análisis.
-Ya tate sosiego muchacho, que no entiendes -dice don Gaspar a manera de regaño y condolencia-.
-¡Ah! No se ponga grave, a ver, a usted que le ha pasado -contesta Teto escéptico, se sienta al lado de Rolando y lanza la vara con la cual se distraía-.
-A mi nada, que me va a pasar, además yo ya estoy más pa’allá que pa’acá -encogiéndose de hombros-.
-¡Ahí está, no pasa nada! -advierte también Rolando-.
-Es lo que le digo también -Teto motivado por el apoyo de Rolando-.
-¡No muchachos! Si ustedes supieran las que he pasado… -inicia un relato-.
Hace mucho tiempo… el viejo camino que va al Santo Desierto, ahora ya no existe, pero pa’ la gente que vivíamos de éste lado del pueblo -señalando con la mano tiritando - lo tomábamos con el rumbo de la Tenería y pa’ riba. No todos se iban por ahí, pero era un buen atajo para llegar allá. El camino estaba lleno de unos arbolotes pero re bien grandes, muy, muy altos. Al comenzar el camino no era más diferente que cualquiera que ustedes conocen, pero lo más interesante se veía más en el fondo del tramo en la parte llana del camino, delante de un gran fresno que partía el camino en dos. En ese fresno, en la época de la leva, servía para colgar a los rebeldes de uno o de otro bando. Es un árbol inmenso con un grueso y tecatoso tronco en color gris oscuro, muy oscuro, sus costras son tan gruesas como trozos de requemado carbón….Y en sus fuertes ramas colgaban los racimos de hojas que escondían a los zopilotes y las hurracas listos para terminar con las carnes de los cristianos colgados. Por ese rumbo, no había gente por ahí cerca y se cometían muchas fechorías, claro que endenantes. Por ese tiempo, no era raro que sucedieran todo tipo de cosas y a ojos de todo mundo, pero nadie decía nada, ¡¡¡qué le íbamos a hacer!!!
-En ese gran árbol -continua don Gaspar levantando la temblorosa mano para rascarse la cabeza- …y se sabe por pláticas de la misma gente, no crean que no -insiste- a altas horas de la noche bajo una espesa neblina habita una extraña sensación, algo que sientes que se pasea por todos lados -dice- algo que no se conoce ni se sabe de dónde viene ni a donde va -abriendo sus diminutos ojos- y además nunca descansa por las noches, solo por las noches.

Se quedó en silencio como articulando su esparcido pensamiento.
Como expulsado por un resorte, vuelve su cabeza y dice:
-¿Y Tino donde esta, pa’ donde se fue? -pregunta exasperado, confundido don Gaspar-.
-¡¡¡Quien!!! Ahora que don Gas, de que habla -dice Rolando fuera de sí-.
-Saque de ésa no, ja, ja, ja, -retoma Teto irónico-.
-A ver, ubíquese si, nos está contando de un árbol no sé de dónde, que la verdad ni tengo idea de ese lugar -agrega Rolando queriendo ordenar los pensamientos de don Gaspar-.
Se les queda viendo incrédulo, como dudando de lo que le decían los muchachos y a la vez sacado de balance por qué no recordaba lo que estaba contando.
-Justino es un amigo que vive por La Santísima Trinidad, aquí enfrente, al cruzar la calle, vive adelantito… -explica don Gaspar-.
-Sí, pero él que tiene que ver en esto -agrega Teto-.
-¡¡¡Oh!!! -expresa con una ligera molestia- ¿qué les estaba diciendo entonces?
-Pues del árbol y del camino al Desierto -dice Teto a manera de recordatorio-.
-Ah, sí verdad… ja, ja, ja -Se aclara enérgicamente la garganta- Lo que pasa es qué… bueno, el otro día dejo olvidado su sombrero aquí -retoma don Gaspar-.
Después de una serie de dislates de don Gaspar, los muchachos fueron invadidos por una curiosidad extrema fomentada por sus narraciones, a tal grado que, le pidieron les diera oportunidad de hallarse entre dichos parajes, cosa que de primera intensión no accedió. Poco después solo se limito a decir que él, de manera personal no sabía la forma de llegar allá, (aunque caigo en que fue una manera de quitarse a los muchachos de encima) y continúo manifestando que las veces que lo había intentado había sido imprescindiblemente con la ayuda de un amigo. Sin ahondar más en el tema omitió la descripción de la identidad del amigo. Manifestó que era algo que no se los recomendaba por el grado de extrañeza y sus probables consecuencias. Los muchachos preguntaron la clase de consecuencias a las que se tendrían que enfrentar. Mencionando que se trataba de ciertas alteraciones con el estado de ánimo y un periodo relativamente corto de insomnio durante las veinticuatro o cuarenta y ocho horas posteriores al recorrido. Pero que si se tomaba las precauciones debidas y con suma cautela se podía acceder siempre y cuando se hiciera mediante un guía que conociera el procedimiento y la manera de lograrlo hasta el final. Termino su comentario diciendo que eso solo se podía con la ayuda de su amigo y, por la escueta descripción que dio, portaba un sombrero blanco.
A una hora conveniente, después de sus clases los chavos cruzaron la calle para ir a la tienda de doña Tela. A su llegada se encontraron con que en una de las mesas se estaban tomando unas cervezas.
-Nos vende un par de “viquis” -pide Rolando-.
-Si muchachos, sientensen, pero solo una sí, ya saben cómo es el direc -con su aire pueblerino agrega doña Tela al tiempo de destapar dos victorias- que tal si luego me cierra la tienda, ja, ja, ja, -coquetea-.
-Gracias, si, no se preocupe -dice Teto-.
Entre los beodos de la mesa se encontraba un sujeto de edad avanzada que portaba un sombrero blanco, a lo que Rolando y Teto hicieron un par de comentarios pero como no sabían sobre la fisonomía de la persona amigo de don Gaspar, solo lo vieron y se olvidaron del asunto. Teto se levanto a pedirles lumbre para encender su cigarrillo y aprovecho la ocasión para preguntar al portador del sombrero blanco, si es que conocía a don Gaspar.
-Claro que nos conocemos y ya desde hace tiempecito -dice con movimientos de ebriedad- por qué la pregunta muchacho-.
-Ah… lo que pasa es que también es nuestro camarada, somos sus amigos, y lo conocemos de hace tiempo en la escuela, ya ve que ahí trabaja -dice Teto para establecer un poco de confianza en él-.
-Toda la vida ha trabajado ahí muchacho.
El portador del tocado manifestó que si ellos eran amigos de don Gaspar, también se convertían en amigos de él y, los invito a compartir la mesa. Con síntomas de educación accedieron por un momento, y confiados estaban de qué se trataba del mismo sujeto que buscaban, sin perder tiempo, sus comentarios se enfocaron a indagar sobre las narraciones descritas por aquel viejillo aventurero. Al darse cuenta que sí era la persona indicada, ahondaron un poco en el tema haciéndolo con tal cautela y discreción que, los demás en torno a la mesa, no se enteraran del tema.
Al día siguiente se encontraron en el domicilio del portador del sombrero blanco como lo habían acordado. Bajo la amenaza de lluvia se trasladaron con rumbo a su parcela en una afanosa plática. Tomaron acomodo en un claro de su milpa y bajo la protección de un árbol de durazno comentaron.
-Bueno, como les había prometido van a probar este manjar de San Gaspar, raspa pero… si han oído hablar de aquel lugarcito verdad -dice destapando un recipiente con liquido cristalino paja-.
-Bueno no es lo único bueno que se vende de por allá -advierte Rolando-.
-Y qué tal está -pregunta Teto-.
-Pues nada más prueben, y como dicen por ahí… ustedes dirán.
Degustaron un poco de ese mezcal en lo que era una tarde húmeda por la amenaza de lluvia, finalmente no se logro la llegada del agua y el amontonadero de nubes se disperso. El reposado resulto un poco carrasposo pero para el momento era lo indicado.
-Muchachos esto es lo mejor que yo he probado y dudo que haya mejor mezcal en toda la redonda -advierte saboreando el brebaje.
-Como saber si en verdad es el mejor -pregunta Rolando-.
-Pues al poco tiempo de tomarse unos traguitos, sientes que la cabeza se te entume… ja, ja, ja -sarcástico contesta-.
Envueltos en una aromática sesión, la plática se dio además entre un exquisito sahumerio y en torno a una serie de aventuras sobre lugares jamás escuchados por ellos. Es de pensarse que motivados por los “manjares” dieron rienda suelta a una variedad de relatos de lo más fantástico, vagando por lugares insondables donde la lógica de la vida cotidiana se fragmenta para dar paso a esferas alojadas en distantes entidades. Donde los parámetros desencajan de las tres dimensiones hasta ahora conocidas. Regiones anónimas donde las oscuras luces templan sus vividas tonalidades y despiertan a soberbios horizontes. Donde lo estrafalario se convierte en algo tangible a la mente, y así se dejaron llevar por los humos densos del ocaso hasta sofocarse y con el sol en el firmamento.
Como lo menciono don Gaspar y después el místico dueño del sombrero blanco manifestó que el camino penetraba por un costado del valle de Tenancingo, y ahora Teto, Rolando y él se sumergirían en terrenos poco conocidos por el común de los habitantes de esa zona. (El acontecer de la historia ha tomado muchos matices y, entendiéndose que fueron hechos del pasado remoto, se considera que don Gaspar, de alguna manera pudo haberlos relacionado con los recuerdos vagos de su vida cotidiana de aquellas épocas. En varias ocasiones llego a mezclarlos con cosas que fueron un tanto reales y con otras un tanto de su imaginación). Pero el comentario del famoso periplo que iniciaba en el singular árbol mencionado por don Gaspar va más allá del hecho histórico ya que ahora los muchachos habrían de ser testigos de ese encuentro que de entrada sabían que solo se trataba de una simple fantasía de aquel par de alucinados, uno, ya por su muy avanzada edad y el otro, también de cierta edad, que le seguía la corriente.
Se dice que, al parecer ese escondido sendero solo existía en la mente de don Gaspar, de hecho no se mencionaba nada al respecto en relación de que, por ese lugar hubiera camino alguno que condujera al Santo Desierto. Nadie procuraba tomar esa vía para acudir al citado lugar religioso, ya que llegadas las fechas de la celebración de la Virgen del Carmen, todo mundo optaba por el camino que llega, vía pie del monte. Para ese efecto, había quien se trasladaba por vehículo siguiendo el terroso camino, que por aquellas fechas en el día de celebración de la Virgen, como es tiempo de aguas se convertía en un verdadero calvario para salvar los lodazales que se hacían en el intento por pasar unos de ida y otros de regreso en aquel estrecho camino, y los otros que se tendían por su propio pie y cortaban camino cuesta arriba partiendo del pie del monte. Por este atajo se pasa a lo que es una ermita en cuestión de medio camino sobre la falda del cerro, donde la gente acostumbra llegar con una piedra que toma desde el inicio del ascenso y la deposita en ella como simbolismo de haber pasado por el lugar y dejar una huella en su transitar, este peculiar echo pudiera tener alguna otra connotación pero de momento lo dejamos de ese tamaño. Sin embargo; don Gaspar y ahora también el del sombrero blanco insistían fervientemente en que el atajo al que ellos se referían era real, como estar hablando entre ellos en ese momento. Al llegar al referido lugar, Rolando y compañía fueron partícipes de los siguientes hechos:

A la sombra de aquel enorme fresno tomaron su lugar, una vez entrando por ese espacio sin par y a lo largo de todo el trayecto, la sorpresa fue excelsa. Los relatos iniciaron una vez que sus sentidos se aligeraron a una velocidad vertiginosa que Rolando fue invadido por una extraña sensación que a la vista te podías tropezar con las más variada de las especies vegetales, incluso pudiéramos pensar que, dichas variedades no se encuentran en la clasificación taxonómica de la botánica conocida. Incluso las más exóticas jamás razonadas. Desde unas palmeras achaparradas de robustos tallos en forma de botella que se pudieran desarrollar dentro de los climas tropicales, pasando por una diversidad de cedros y encinos, -o por lo menos así parecían- de las medianas altitudes que se advirtieron más adelante, hasta enormes pinos nórdicos, oyameles y abetos de todos los tipos o similares en la profundidad del trayecto. Todas ellas eran objeto de aparecer a lo largo de ese atajo.
El viaje inicia con un enorme huerto que se desparrama desde lo alto de las laderas y culmina hasta acotar el camino por ambos lados. Es una variedad de palmeras productoras de aceites que encierran un incipiente sopor tipo invernadero, sus tallos, robustos troncos de tachonada vestidura de piel de cocodrilo, sus alargadas palmas casi se entrecruzan por la parte superior del camino a manera de túnel. Aunque en la región del valle no se estila un calor de ese tipo, podríamos pensar que se trata de un lugar totalmente diferente. La temperatura, aunque fue difícil medirla, se podía sentir que se dispararon los grados centígrados por la desesperante sensación. El huerto se encuentra anegado por un manto de agua de poca profundidad invadido de desperdicio de las hojas de las viejas palmas que se desprenden, esto hace una amalgama pútrida que seguramente el sopor se deba a esa cantidad de agua y el efecto de las palmas al cubrir la parte superior despidiéndose un ligero vaporcillo que sofoca a cualquiera.
-El calor es insoportable -hace ver Rolando limpiándose el sudor de la frente-.
-Solo aflojen sus ropas muchachos y esto se va de largo ya que nos aclimatemos -recomienda-.
-Eso espero porque ya me estoy cociendo -tercio Teto muy sofocado y bañado en sudor-.
-¿Qué es lo que se siente al pisar la tierra de este camino…si notan esta sensación? -exclama Teto mirando hacia abajo.
-Es una tierra con efecto de suavidad, como de algodón verdad -agrega Rolando inclinándose-.
-No muchachos son solo ideas… ¡Oh…si, se siente blandito verdad! -exaltado aunque no muy convencido-.
Sobre el camino una extraña capa de reblandecida tierra en terracota con una fuerte tendencia al rojo/naranja, da un aspecto pintoresco al compaginarse con el revoloteo de un sin fin de coloridas mariposas. A su paso, rocas a la deriva sobresalen enterregadas de donde, unos cuantos lepidópteros próximos a los viajeros saltan de sus posaderos, vuelan en movimientos intermitentes y vacilantes por el espacio alejándose de los recién llegados. Otros insectos, son atraídos por el fino aroma de los botones de melosos aceites que brotaban de la base de las palmeras y sobresalen a borbollones del agua encharcada. Los exquisitos colores de las alas de las mariposas son de una rareza inédita mezclándose unos a otros con las rosadas flores en forma de espiga que brotan de los copones de las palmeras, aclaro que son flores jamás vistas en palmito alguno.
-Que es lo que tienen esas palmeras en sus bases -se queda extrañado Teto al ver los racimos de bulbos violáceos de donde gotea un cristalino liquido.
-Son esferas, como uvas gigantes, serán las que huelen… -agrega Rolando¬ tratando de darse una explicación por la forma y aroma que cundía en ese oasis.
-De esos minúsculos coquillos es de donde sale el aroma que se huele -dice el del sombrero blanco-.
-Podemos llevar algunos a casa -propone Teto por lo extraño de ese fruto y la delicia de la fragancia-.
-La verdad nunca he tratado de tomar alguno de esos cocos, de hecho el problema es que no se sabe qué exista dentro de esas negras aguas que encharcan las palmeras y para que nos arriesgamos -recomienda el del sombrero blanco tratando de convencer-.
-Pero que puede haber ahí -tercia Rolando-.
-Exacto, que puede haber -Teto agrega-.
-Les digo que no se sabe, bueno se hablan tantas cosas…claro que todas raras, pero yo no me quiero arriesgar no se ustedes si se quieran meter ahí.
-Porque no nos explica que sucede -insiste Rolando-.
-Bueno se dice que existe una enorme víbora o tal vez algún tipo de reptil que merodea por ese jardín, la verdad yo no he visto nada pero ustedes saben…dicen que es enorme, no sé. Sigamos de frente nos falta mucho por ver muchachos.
A lo largo del trayecto de terracota el vaivén de los insectos ameniza el viaje dejándose rodear por una gama de vellos colores que pintorescos se pasean en torno a ellos. Más adelante.
-Aquí se terminan las palmeras, ¡mira esos árboles¡ -observa Rolando-.
-¡Qué bien está este lugar verdad¡ -afirma como encantado Teto-.
-Oye y que crees que haya en el agua -pregunta aquí entrenos Rolando-.
-Ni idea, ya ves que luego la gente solo habla leyendas…o tu qué piensas -interroga Teto-.
-Pues si verdad -Rolando-.
Dejándose llevar por la guía de los cromáticos lepidópteros se llega a una comarca de árboles de finas maderas a juzgar por el aspecto de su robusto tronco de donde brota un color marrón veteado que se remolinea a contra color del resto del tronco. Los pétalos de sus flores vuelan entre la suavidad del viento despidiéndose un bálsamo de otra latitud. Fueron invadidos por un éxtasis diferente al de las palmeras y ante este hallazgo, el del sombrero blanco manifestó, notan que huele diferente… y a decir verdad, es difícil determinar cuál es el origen de la enigmática fragancia, esto es; si ésta proviene de los flotantes pétalos, de las mismas flores de los árboles o de los troncos de preciosas maderas. Halla atrás el aroma proviene de los coquillos pero en este caso es difícil averiguarlo. Agregó que la característica más peculiar es que la fragancia es estimulante al olfato, que por ese motivo no les fuera a extrañar que de inicio sientan muy suavemente el perfume pero que, al absorberse por las mucosas de los poros nasales y por la humedad de la misma piel se convierte en sedante. En los primeros minutos se acompaña de un ligero dolor de cabeza hasta que se entra en un estadio de tolerancia y que posteriormente te hace alcanzar un esfumado deambular. Esto no se debe de perder de vista ya que los sentidos se ven desequilibrados y se entra en un vértigo por momentos que se puede, incluso perder el equilibrio y caer de manera inadvertida.
-Sabes me siento algo raro, no sé cómo decirte -manifestó Rolando-.
-Si verdad, creo que yo también siento una especie de adormecimiento de todo mi cuerpo -infiere Teto-.
Ensimismados por un ligero tambaleo quedaron absortos sin mencionar una sola palabra. Avanzando cada quien por su lado en una virtual separación, fueron presa de una variedad de distracciones que todo a su paso fue de extrañarse para ellos; se perdían en exploraciones del aborregado firmamento donde cada quien formulaba sus propias hipótesis, no perdían detalle de las aves al surcar el cielo, de algún pequeño roedor al cruzar por el camino y se detenían ante el movimiento de las hojas de los árboles sacudidos al correr el viento, se daban versiones de lo que sucedía en cielo y tierra y, le brindaban todo el tiempo del mundo a insectos que solo se ocupaban de comer y caminar, discernían a profundidad casi filosófica sobre acontecimientos por demás ordinarios y se extrañaban de lo habitual como si se trataran de cosas de otros mundos.
-Mira Rolando no manches, qué es lo que tiene esta mariposa en las alas… mira ven a ver qué color es este -grita extasiado Teto como si se encontraran a kilómetros de distancia de él.
-No cálmate, no sabes lo que estoy viendo aquí, ven…-atónito responde Rolando apuntando con su mano algo difícil de definir-.
-Ven esa nube tan dorada como el oro muchachos…
Para dar una explicación a los síntomas que presentaban manifestó que, serian presos de una efluvia sensación acompañada por un entumecimiento de la vista que te obliga a enfocar detenidamente las cosas que están a tu alrededor y que en solo cuestión de minutos se empezó a denotar. Esto, no importando el tiempo que le dediques a orientar los objetos que te rodean ya que es mejor, a transitar bajo una atroz alteración de los sentidos.
-No se preocupen si sienten tierra sobre la cara, las manos o entre el cuello, es como un polvo que corren con el viento y es muy pegajoso pero de ahí no pasa -dijo el del sombrero blanco-.
Ante esta advertencia no se escucho respuesta de los muchachos, a partir de ese punto callaron y cada cual se ocupo de sus propias sensaciones. Andaban como mudos. La percepción que tenían de sí mismos era que andaban vagando cada quien por su lado sin tomar contacto unos a otros, ni siquiera visual, a tal grado que, podían estirar sus brazos para tratar de tocarse y sin respuesta. Sin embargo, se hizo presente la atmosfera donde cunda un polen que durante el día es imperceptible, se advierte solo porque en la piel se detecta un ligerísimo polvo untado entre las ropas que se convierte en una pomada al mezclarse con el sudor. Se pudiera decir que es el responsable de esa picante sensación. Sin embargo existen dudas y, se les hace responsable de tal hecho a esa extraña variedad de flores de los árboles. Pero lo que sí es de notarse, es que durante la noche, esa especie de polen centellea en una suerte de luz boreal, la luz neón que despiden esas partículas flotantes se hace intermitente en el ambiente al combinarse con los resplandores selénicos que casi siempre están a la vista, incluso cuando no es periodo de luz lunar.
Al finalizar esa región de los misteriosos árboles veteados, en ese punto se pierde la noción del tiempo transcurrido y la distancia andada si es que alguien osara levantarse de su sitio. Después de un indeterminado tiempo se experimenta una sensación de paraplejía en la lengua a la par con una resequedad de la boca, entrándose en una notable deshidratación y una ligera xeroftalmia.
Esto, según datos proporcionados por el del sombrero blanco después de haber concluido la aventura, dijo que; obedeció a un descenso, aunque no del todo, de la beodez. No hubo oportunidad de preguntar a sus compañeros de viaje como es que se sentían tras ese periodo de abducción ya que la sensación era de que cada quien andaba de manera individual, en un aislamiento, en una infinita soledad individual, como envuelto en una esfera sin tener acceso a la del compañero ya que al divisar a su alrededor de hecho no se veían acompañados los unos a los otros, pero sí existiendo la sensación de cercanía entre ellos salvo que no se advertían entre sí.
A esas alturas del camino; la ropa se encontraba adherida al cuerpo por un pegajoso sudor y es lógico pensar que la sequedad de boca y ojos fuera causada por la pérdida de líquidos en el esfuerzo, pero la verdad es que se trata de un verdadero enigma definir lo que causa esos síntomas.
-Tengo una sed que me dan ganas de regresar donde están las palmeras para tragar un poco de agua -expreso con palabras entrecortadas Teto.
-No manches, no puedo ni pasar saliva, habrá donde tomar un poco de agua -pregunta Rolando trabándose de la lengua-.
-Sí, más adelante hay un arroyo. Sí lo ven allá adelantito, espero no les cause desagrado el aspecto del agua, pero está buena muchachos.
-Porque no puedo mover bien mi lengua -pregunta Rolando.
-lo que pasa es que se entume un poquito la punta de la lengua por el polvito que corre con el viento, pero luego se te pasa. Ustedes no se preocupen, no pasa nada, confíen en mí sí, no pasa nada de verdad.
-Y esas montañas tan fracturadas se parecen a las que pinta Ayala en uno que otro de sus cuadros verdad Rolando -hace notar Teto-.
-¡Oh! Si, tienes razón… No había visto algo igual, pensé que solo existían en su mente loca y en ningún otro lugar.
-Les llaman Las Quebradas. Ven como están tupiditas de árboles, pues dicen por ahí no se pude ni pasar por tanta vegetación.
-Ni hablar -Rolando-.
-Los barrancos que forman esas desfiguradas montañas, que de aquí se ven muy por encima, la verdad es que dan a una serie de hondonadas que hasta oscuro se ve por lo profundo y no se sabe si tengan límite el fondo.
El asombro se dejo ver en los paseantes que aunque no se detuvieron, a lo lejos era claro divisar que de las jorobas montañosas, sobresalían crispadas vertientes a lo infinito de sus bases donde el eco del canto de las aves emanaba de esos espacios en lo profundo. La montaña del centro deja caer una fuerte depresión que casi la divide en dos, su profundidad desde que ésta nace es de notarse ya que, por el efecto de la tupida vegetación ennegrece la fractura de su orografía. La montaña del lado Este, más pequeña que la anterior se desgaja en cuatro ramilletes perfectamente delimitados con una apariencia de carpa de circo que se pierde en lo profundo del barranco y, la montaña del Oeste, meseta achatada por su vista frontal se desgaja un acantilado sumamente vertical en caída libre por metros y metros de profundidad según se dijo, de esa inmensa roca aguerridos árboles se adhieren unos a otros entrelazando sus raíces en un intento por no caer al vacío, adosados desesperadamente dan un espectáculo inexistente.
Siguieron de frente; al doblar el camino se pasa por un minúsculo riachuelo que es difícil imaginar que en algún momento dejaran de escurrir sus verdes aguas. Caen de un grupo de amarillas rocas por un costado y, de entre las boludas piedras se arrastran deshilachadas algas acuáticas, se extiende un forro de musgo en un vivo color verde tierno. Se advierte que caminar sobre ellas es más peligroso que tratar de saltar hasta la otra rivera del pequeño arroyo.
-Ahí hay agua -se abalanza Teto-.
-Momento muchacho -al mismo tiempo que lo detiene del brazo y le indica- momento, esa nos es forma de beber esta agua, permíteme hijo.
Afanosamente se busca en la rivera y se da inicio a escarbar una pequeña fosa de una profundidad tal que, finalmente brota un poco de agua para enjuagar sus gargantas. Bajo aquel estupor, no pudieron haber hecho algo mejor ya que se desahogaron de una sensación de pesadez y aturdimiento que terminaron aliviados de los sobresaltos a los cuales se habían sometidos hasta entonces, fueron invadidos por un atolondramiento mental y que por fin se refrescaban un poco en las aguas del arroyo. Entre ellos se ponían agua en la nuca y sintieron un alivio a los pocos minutos. De estar sentados en torno al ojuelo perciben que sus resbaladizas piedras se convierten en un verdadero peligro para cruzar, a simple vista se ven como cubiertas por una fina alfombra musgosa, de hecho por un costado del andador hay un tronco derribado a manera de puente para atravesar con más seguridad y proseguir en ese andar que se intuía, no tenía fin.
Merodear por ese tipo de accesos para profundizar en mundos inéditos como los que en esa ocasión se atrevieron los muchachos no es nada superfluo. Embocaduras inauditas donde solo tienen ingresos algunos y que implica la presencia de un mentor a fin de impedir caer en lamentables consecuencias de insania. No se menos precie que la ficción sea motivo de que rebase la cordura y se caiga en un abismo sin fin por propia seguridad, la conducción se debe observar de principio a fin, porque lo contemplado ese día no se puede desentrañar con facilidad.
Dejando atrás los espacios que iban quedando grabados en la mente de los viajeros, se entra a un paraje donde a lo lejos; en una vista del horizonte se levantan imponentes picos gélidos salidos como de una atmosfera de las regiones más septentrionales. Mas en lo alto, sirviendo el firmamento de lienzo se pintan colores lavanda entretejidos con los dorados rayos del sol poniente. Las nubes en un revoloteado caminar se enrollan en sí mismas. A medida que la montaña pierde altura, ésta se cubre con una espumosa neblina acompañada de nubes densas que bajan y cubren sus imponentes bases hartas de enormes pinares. Un lánguido indicio de un vaporoso lago se percibe al pie de la montaña muy, pero muy a lo lejos que se pierde con la espesa bruma que insipiente lo oculta. Para llegar a él, se estima una lejana distancia y se entreabre una pequeña porción de cipreses, oyameles y pinos entre otras variedades de coníferas como preámbulo a una zona helada. Antes bien se experimenta un notable cambio de clima que va desde el bochornoso de la zona de las palmeras quedando atrás, hasta una inesperada frescura que arrastra aromas a bosque seguramente venidas de las lejanas montañas. Pero esto es solo momentáneo ya que para llegar hasta las montañas primero se tienen que cruzar por unas zonas muy diferentes a lo que se estaba presenciando.
Los cambios de estación o mejor dicho de ánimo eran tan notorios que se apreciaban como cambios en el ambiente que marcaban un paso, tras otro en el viaje, por eso es que experimentaron impresiones de calor y de frio a medida que se dejaban llevar por su recorrido imaginario amen del clima en el momento. Es así como el transito a esta nueva dimensión se advierte cuando inicia una céfira sensación que recorre todo el cuerpo al enfriarse el sudor que invadía las ropas, ésta va en aumento hasta que bajan los grados y se exhala un pesado vapor por nariz y boca que coincide con el esfuerzo de la empinada cuesta. Para entonces, el helado vientecillo que corre se siente que quema al golpear en el rostro, que lo desgaja y lo corta como fino escalpelo.
Por entre el bosque, seres voyeuristas vieron con sigilo la invasión de sus remotas tierras. Los caminantes sintieron las miradas de los disimulados ojos por entre los hierbales y aun así se dejaron llevar sendero arriba. Es verdad que están ocultos, se dieron cuenta, pero sus miradas sobresale tenues entre la penumbra de quién vigila su territorio celosamente. Los tres se alertaron para que dejaran de largo el hallazgo de esa presencia. Iniciaron un penoso ascenso sin darle importancia a las curiosas miradas y de cuando en cuando se dejaba escuchar un sinuoso sonido que si quisiéramos describirlo gráficamente sería un pish! pish! pish! Que iba cada vez en aumento. Con la idea de restarle fuerza a la insegura sensación de ser interceptados o en el mejor de los casos, de ser seguidos, optaron por empeñarse en su objetivo y continuar de frente, pero la curiosidad siempre es de más peso y de repente al mirar a los lados entre los gruesos troncos centellaban los ojillos de aquellos entes. A paso atlético salieron de aquellas miradas acosadoras sin siquiera voltear hacia atrás, solo cuidándose en ambos lados por si acaso quisieran actuar en contra de ellos, sus exhalaciones aumentaron en un exagerado vapor como de locomotora según el trote que agarraron y sofocados se libraron de sus adversario hasta la parte superior de la cuesta.
Al descender se toparon con una troposfera pesada y densa en vapores evanescentes que marcan el final del bosque y el inicio de un cetrino paisaje no menos extraño como extirpado de un sueño. El calor vuelve en el ambiente. Ese sofocante calor que ahoga… Ese cumulo de vahos en tono turquesa se esfuman en el yermo lugar. Sus frentes sudan a chorros de una manera vertiginosa dando pie a disminuir el abierto paso que traían, sus prendas se adhieren a cada paso que dan en un pesado andar. Se detienen y en silencio se dan a la tarea de presenciar las enormes fumarolas que despiden sus vapores por entre una perpetua neblina rapas.
-No puedo más, sí podemos detenernos un momento muchachos -agotado sugiere-.
-Sí, tiene razón, no veo para donde vamos -denota Rolando-.
Tomaron un resuello para examinar con detenimiento la situación, descansar de la agitada pendiente y seguir por un nuevo derrotero.
-Esas inmensas lajas superpuestas son de piedra maciza verdad -dice Teto reconociendo el horizonte-.
-No lo creo… o más bien no sé, se ve cierta textura sobre su superficie, ¿serán de roca? -agrega intrigado Rolando-.
-Bueno si seguimos podremos ver de qué se trata, vamos muchachos y el camino es lo de menos, es todo de frente.
Sin la menor muestra de abatimiento, recuperados y con nuevos aires, optaron por seguir en su cometido, penetrar en ese desolado espacio y tratar de alcanzar el otro lado del dominio de lo verde.
El desértico ambiente se carga de un tufo sulfuroso que manan de las grietas y que brota por entre las estelas geométricas. La calcinada tierra -si es que podemos describir así a esa superficie por donde cruzaron- verdeaba, ardía, sentíase una cálida sensación a cada paso.
Del aceitunado terraplén se levantan densos arenales. A lo largo de toda su extensión se liberan de entre las arenas, varientos árboles de tiesos ramos esmeralda; sus ramas, ausentes de hoja alguna se mecen airadas entre el pesado viento que intenso, corre en el valle. De los estirados árboles y al filo de sus extremidades; consumidas prolongaciones verduzcas terminan en un botoncillo iluminado.
Tomaron por una prolongación hacia uno de los costados de una gran lapida como mausoleo que se erigía imponente.
-Creo que por aquí se siente menos los ventarrones -rompe el silencio Rolando-.
-Sí, lo más fuerte es allá atrás, miren eso muchachos.
-No manches, ya viste Rolando -exclama Teto-.
Al dominar desde su descenso la depresión geográfica, en una mirada panorámica se aprecia ahora en mayor numero, como sobresalen grupos rocosos fortuitos que se exponen por entre el esfumado suelo. Rolando hace notar las estelas de aplanada roca. Altísimas siluetas silenciosas dominantes de su territorio, perpetuas efigies enigmáticas. Paisaje de puntiagudas elevaciones se alzan en diversos tamaños, formas planas y alargadas, estiradas de vivido color turquesa. Aterciopelada superficie al tacto con accidentadas perforaciones de lado a lado en alongadas formas -de donde parten lánguidos resplandores- hacen su presencia como silenciosas losas planchadas.
- ¡No! no intentes meter la mano ahí, no sabes si tengan alguna consecuencia, esas piedras escamosas no son comunes de dónde venimos -hace la observación Rolando a Teto-.
-Que puede pasar.
-Lo mejor es no tocar nada, recuerden que solo nos hallamos de paso y lo mejor es mantenerse sin esa curiosidad muchachos.
Pasaron de largo por el inerte lugar. Sin la menor seña de forma de vida conocida, se filtraron por lo que fue; la experiencia de un paisaje yermo y estéril. Con la firme idea de salir de esa imagen tridimensional a escala maniática; su objetivo era alcanzar las partes bajas de las grandes montañas, aquellas que divisaron en la lejanía momentos atrás y que para entonces había quedado como en el olvido.
-Aquí van a tener que ayudarme muchachos, ya estoy viejo para esto.
-No se preocupe deme la mano -dice Teto- quien se adelanto por la escarpada subida.
-Yo lo empujo, usted aguante.
Por el aplastante esfuerzo que denotaron, más bien me atrevo a vaticinar que, solo querían abandonar su agotante empresa y salir de las entrañas de su sueño enrevesado, pero ellos no desistían. (Ir al CD y escuchar mientras se lee: Several species of small furry animals gathered together in a cave and)
Llego el momento en que no lograban ver a más de seis o siete metros a su redonda. En lo neblinoso del lugar se inicio un movimiento agitador elevándose los vapores hasta casi cubrirlos por completo. Disminuyeron la velocidad de su marcha con el objeto de evitar que la neblina se alborotara aún más. No dio resultado su procedimiento, la neblina siguió ascendiendo. Aunque si lograban continuar con su avance, éste se torno más incierto y optaron por seguir por una vereda en dirección que, solo por su instinto se dejaron llevar. Un sonido al final de su trayecto lo tomaron como guía, un sonido cavernoso y de profundo eco de un grupo de aves de extraña especie o de alguna forma de vida que se le parecía. Las notas estruendosas de aquella colección de aves se fueron agudizando a medida que su paso se acercaba al final de ese trecho. Sus sonidos ahuecados como rechinidos eran indistinguibles pero, se apreciaba que eran de algún tipo de aves alojadas en una amplia cámara que de seguro se encontraba hacia al final de su trayecto. Sin saber hacia dónde seguir, el hecho lo tomaron como derrotero con la esperanza de salir lo más pronto posible.
El viento sopla y a su paso se desvanecen los sonidos de aquel aviario.
-Esto es un espejismo auditivo -exclama Teto desanimado-.
-A donde se fueron las aves -menciona Rolando fuera de sí-.
-Que fue lo que paso, estaba casi seguro de que las encontraríamos por aquí, la ultima vez nos sacaron de este lugar sin nombre -dice angustiado el del sombrero blanco-. Éste, por más que lo intenta no puede ocultar un toque de desesperación ante la situación, su agonía se siente en el ambiente.
-Y que sigue entonces -exige Rolando-.
-Bueno… calma, calma muchachos.
Tuvieron que detenerse en su expedición y sin emitir palabras no ataron por donde seguir, sin ni siquiera saber cómo se consumía el tiempo permanecieron atónitos hasta que finalmente retomaron el camino. Su marcha es con destino ignoto y a libre albedrío se desvían por un marcado sendero que a su ascenso se empezó a limpiar de la nefasta neblina. La esperanza se dejo sentir y entraron en una confianza notoria. Por fin vieron su salida del paralizado valle con rumbo a las montañas. El viento de las altas montañas se unta en sus rostros y esbozaron otro semblante al sentirse liberados; se enfilan uno a uno por el estrecho ascenso. En su penosa marcha van ensimismados pero con buenos ánimos. No hay comentario alguno, solo piensan en salir de ahí.
El ascenso fue por lo que sería un sendero para cabras ya que cabía solo un paseante a la vez, sobre el acantilado formado por las faldas de las montañas se advierte un desolador valle que se pierde en el horizonte, pero eso queda atrás. Una que otra roca despeña al vacio que por accidente salen del camino, el penoso ascenso es, no solo por lo empinado de la cuesta, sino por lo accidentado y lo peligroso del sendero. A lo lejos solo las fumarolas elevándose hasta lo alto de las densas formaciones de neblina se confunden unas y otras dando un aspecto tétrico y hosco al valle de las enormes rocas geométricamente formadas que, momentos antes dejaban en lo lejano de su imaginación. Faltaba la luz en el horizonte y la fosca pared de laja de la filosa montaña solo oscurecía aun más el andar hacia lo alto.
-Tengan mucho cuidado por donde caminan, como lo ven un paso en falso y no la contamos muchachos.
-Es increíble como fuimos invadidos por esta extraña penumbra -dice Rolando-.
-Si nos agarra la noche por aquí sí que no vamos a ver nada -agrega Teto un tanto preocupado-.
-No sé cómo explicarlo pero solo es cuestión de salir del paso de este escenario, no sé si se han dado cuenta pero, son como capítulos de uno y otro fragmento de lo que vemos muchachos.
-Sí, creo que si ha sido así -Rolando jadeando por el esfuerzo-.
-Bueno y que tan alto vamos a llegar -Teto exhausto-.
La pavonada pared del acantilado -azulosa casi negra- con tapias enmendadas y baldosas resbaladizas, pinta sus escurridas y mohosas piedras en el camino. La gran montaña se convierte en el preámbulo de las prominencias nevadas. Aquellas en las cuales se divisaba en lo profundo, el esfumado lago donde sigilosos los bosques de coníferas daban con el paso al Santo Desierto, tan anhelado lugar para salir de su visión. Sin otro objetivo en mente, solo segados por encontrar la manera de dejar atrás episodios enmarañados de una realidad ilimitada, siguieron para encontrarse con su destino.
El terraplén de descanso después de la cuesta se extiende por una gran superficie. Ahí predomina una ligera bruma que no se presta más que, para divisar solo un enjambre de pequeños cráteres que guardan agua de la estación. Sus oscuras tierras desentonan con la blancura de la arena que desborda de ellos, unos al lado de los otros forman una geografía reticular entre varales cenizos. En aquella colección abundan putrefactas aguas de tal hediondez que el vaporcillo que mana, aun que no molesta, sí perturba aun más la vista en el horizonte. Al cruzar por aquella zona, la estrecha planicie se extiende de Norte a Sur, como de unos doscientos a doscientos cincuenta metros de largo por unos veinticinco o treinta de ancho. Al Oeste, el devastado valle quedaba en un recuerdo donde no hacían ni el menor esfuerzo de voltear. Al Este, una fortaleza en forma de muralla impenetrable y con una altura descomunal del tamaño de sus ilusiones. Desahuciados por el panorama insalubre y aún más por lo agotador de su empresa, se derrumban solo de pensar en la manera de poder terminar de una vez por todas, y salir de ahí de la forma más rápida. Sus piernas empezaban a flaquear por el paso cuesta arriba. El mantenerse bajo una serie de emociones de una cualidad inexplicable, no era una tarea fácil. Persistir a la expectativa de lo que el viaje les presentaba a su paso -por todo el tiempo que ya llevaban en pleno trance- fue motivo de una especie de ebriedad. Ésta se acompaño de una sensación nauseabunda para no poder más, tal parecía que era un cuento de nunca acabar, pues, una tras otra eran obstáculos para no abandonar ese viaje interminable.
Por entre los cráteres desfilaron hasta llegar a otro ascenso menos penoso que el anterior, a partir de este momento se siente que el ambiente refresca por la corriente que baja de las altas montañas. Pasadizos de roca acompañados de los ventarrones de los altos, succionan la neblina gélida de las partes bajas y pasa rasando por entre los paseantes. El sonido de un grupo de aves -tal vez aquel grupo escuchado con anterioridad, minutos u horas antes- hace difícil definir espacio de tiempo y dimensiones de distancias transcurridos, pero se dejaron escuchar causando una repulsión transformada en un calosfrió para Rolando, quien menciona su asombro por lo inadvertido de sus cantos. Que fue eso, menciono. No había escuchado ese tipo de sonido desde la última vez en que la tomaron como base para dirigir su marcha en ese sentido. Parecen unas aves venidas de lo profundo de la neblina que da a la gran muralla, mencionan. Más adelante hay una profunda hondonada que atraviesa de lado a lado de esta franja -refiriéndose a la planicie de los cráteres- prosigue dando una pequeña descripción de esa profundidad inexplorada para decir que; muchachos solo vamos a pasar un puente colgante que es lo único que nos separa del acantilado. Según se sabe, el puente fue colocado por los primeros habitantes de estas regiones con motivo de las múltiples expediciones que se llevaron a cabo en la época antigua. Por estos rumbos se traficaba con metales preciosos extraídos de las minas de Taxco y que dan al otro lado de las grandes montañas.
-Pero, Taxco queda muy lejos de aquí, bueno no sé donde andamos pero supongo que estamos lejos de ese lugar - agrega Rolando-.
-Lo único que les digo muchachos es que aquí donde nos encontramos, para efecto de las distancias, es cuestión del tiempo que te enfoques en ellas mismas.
Continuo diciendo que; se trata solo de sensaciones en razón del tiempo en el que te encuentres en ese momento, si te esfuerzas en pensar efusivamente en una distancia, en un trayecto, éste termina haciéndose muy largo dependiendo de cuánto tiempo le dediques a pensar en él, ¿cómo les diré muchachos? -se interroga a sí mismo- bueno no sé cómo explicarles pero, no se fíen que aquí solo es cuestión de un efecto de la distancia que según nosotros hemos recorrido, esto es; la idea de distancia en éste único caso es cuestión de tiempo, si caminamos por este pasaje hasta alcanzar el agotamiento, quizá no se deba a que recorrimos una gran distancia, más bien se debe a que en nuestro esfuerzo solo se llega a la languidez pero es mental, porque en realidad no estamos caminando una gran distancia, no sé si me explico, en realidad no estamos caminando grandes distancias, solo existen en nuestra mente, si está claro. Ambos se quedaron viendo con interrogantes por la explicación, pero la verdad, ninguno llegó a digerir nada de lo mencionado. (Ir al CD y escuchar mientras se lee: Sysyphus parte 3)
Un avejentado árbol de torcidas ramas fue motivo de admiración por su aspecto. Presentaba una corteza arrugada en color amarillo terroso, sus ramas alargadas y sin hojas se movían al son del viento que corría. En su tronco se arremolinaban los nudos de su enfermizo tallo. Rolando fue presa de una melancólica sensación que definitivamente no quiso acercarse ni siquiera de paso. El camino que seguían daba por un costado y ni así quiso acercarse.
-¡Qué onda, que tienes Rolando! -pregunta desesperado Teto-.
-No sé, pero no quiero pasar por ahí -dice angustiado desde su sitio sin quererse mover-.
-Que pasa muchacho, que te detiene.
Rolando se deja caer de rodillas al suelo. En su rostro se pinta una angustia y desesperación, un rictus tenso se apresa de su rostro y sus ojos se desorientan en lo que lo rodea.
-¿Qué tienes muchacho, no me espantes, que te sucede?
-¿Qué onda Rolando? ya no manches -espantado pregunta Teto-.
Rolando se deja caer ahora de espaldas, su respiración se acelera de manera notoria por su incesante jadeo. Se acercan a su alrededor a prestarle auxilio, lo ven de cercas y admiten un rostro pálido como la cera, el movimiento de su cabeza es como si estuviera negando algo y con los ojos cerrados.
-Vamos a dejarlo un momento que se relaje.
-Bueno, a ver si se aliviana verdad.
-Sí creo que será lo mejor.

Al cabo de unos minutos de contemplación, Rolando se recupera de su angustiante sentimiento y hace el intento por levantarse. Es ayudado en su recuperación y lo interrogan en su estado de ánimo. Solo les contesta que se siente mucho mejor y que pueden proseguir. Sin más detalles eso es lo que hacen y pasan por un costado del árbol que intenso sigue con su eterna pelea con el viento que corre. Rolando no lo deja de mirar inseguro a su paso hasta que lo deja atrás. A tres cráteres antes de subirse al puente colgante aparece una inmensa hondonada de donde se despiden vahos de lo profundo. Un agudo sonido del fondo ininterrumpido se deja oír, el estruendo lo identifican como una gran caída de agua o un turbulento rio que se desplaza limpiando la cañada en su huida. No se deja ver lo que hay allá abajo, solo escuchar el fragor que enchina la piel.
-Qué le paso a Rolando -pregunta entre nos al del sombrero blanco-.
-No lo sé, pero supongo que son los altibajos que demandan estos menesteres, toma en cuenta que la mente llega de repente a agotarse muchacho.
-Si verdad.

A Rolando se le veía más tranquilo y se acercaron al puente. Para empezar la primera incertidumbre era que si ese puente los podía a los tres al mismo tiempo o si era pertinente que pasaran de a uno a la vez. El paso había sido diseñado para pasar individuos cargados con pesados bultos que bajaban de los lomos de las bestias al llegar a ese punto y pasarlos a las otras que aguardaban del otro lado del puente y así seguir con la travesía. Pero en las condiciones de antigüedad que se apreciaba dejaba una profunda duda. El puente estaba formado por cuatro gruesas sogas, dos para la parte inferior que soportaba el entablado -aunque por la antigüedad que denotaba se veía aun en buenas condiciones- y dos para la parte superior que le daba seguridad a los transeúntes a manera de pasa manos. Las sogas se veían fuertes pero por su crujir a las pisadas les hizo pensar que podían reventarse y caer al vacío, esto se puso difícil, no digamos por el estado de ansiedad en el cual se vio envuelto Rolando minutos antes, y ante este hallazgo estaba de pensarse.
-Qué antigüedad se supone que tiene este singular paso -pregunta Teto-.
-Esto se ve muy viejo, quizás funciono de recién pero a estas alturas, dudo que nos vaya a soportar a los tres -dice Rolando, pero ya más tranquilo-.
-Mis queridos muchachos les ruego que no pongan en duda la condición de este paso que, para poder salir de aquí solo existe éste como la única alternativa y, desde ese punto de vista no contamos con otro medio para lograrlo. Y siendo así no nos queda otra opción que confiar en él.
-Bueno siendo así, no nos queda más, adelante, como ves Teto.
-Pues ya qué -dice no muy convencido-.
Cruzaron el puente uno tras del otro en un frenético desequilibrio ya que el zangoloteo era demencial pero finalmente alcanzaron el otro lado del puente siguiendo un camino bien marcado y con otro tipo de panorama. Dieron pie arriba hasta alcanzar la cumbre. Ahora se pintaban los primeros matorrales de lo que se esperaba un nutrido bosque, la vista se empezó a limpiar y se divisaron los primeros cedros a los lejos, uno que otro abeto rojo y algún oyamel entreverado se dejaron ver. El sol inicio su ascenso y todo lo nefasto de la oscuridad se transformo en luz, las nubes se agolpaban en lo alto e interrumpían el brillo del sol pero se interpretaba que era de día.
-Creo que llegamos al balcón de San Elías muchachos -jadeando y con todo el entusiasmo de quien da por terminada una larga jornada-.
-¿Usted cree que llegamos?
-Eso espero, vamos a seguir por este que se ve, es un camino bien andado y espero nos saque hasta allá, que de hecho a algún lugar tenemos que aterrizar.
-Otra vez a subir -reclama Teto-.
-Ya vamos a llegar maestro -se anima Rolando-.
-Y como sabemos que eso es cierto -casi desesperado Teto-.
-Bueno muchachos se empiezan a ver los primeros pinos y por el tipo de vegetación pienso que sí.
-Ojala -ya nada más para no dejarlo de largo.-

(Ir al CD y escuchar mientras se lee: Sysyphus, enlazando parte 1 y parte 2, en ese orden)


Aun bajo la despistada sensación que se vino presentando desde que iniciaron su recorrido y con un nauseabundo sabor de boca, su andar se tradujo en un pesado caminar con movimientos cada vez más inciertos y hostigosos, con una pesadez física y mental. Cansados de que sus sentidos vagaran, declinaron en un momento en que por el mismo esfuerzo era inminente recapitular en su juicio para aterrizar en su realidad. Ante la perpetua disipación de la mente y la constante fabricación de quimeras, la distención fisiológica mermo y agotada, como auto reflejo a la conservación despertó en incipiente lucidez a la apreciación del tiempo y el espacio. Esto fue como un ¡tris! a la realidad y se miraron los unos a los otros, sus intentos por una pronta orientación no les permitió ubicarse en la época y el ámbito en ese momento. Perplejos, sin articulación de palabras, pasmados hicieron trabajosamente un esfuerzo por asociar sus ideas que solo dio resultado minutos después y a duras penas.
La esfumada lluvia se mantenía constante, casi cerrada y aun así se definía como de día. Un poco de sol, tenue, momentos salía momentos no. A mitad del barbecho el lodazal adhería los zapatos de los paseantes que por momentos sus pasos, pesados los mantenía pegados al suelo.
-Estoy empapado, y tu Rolando tienes toda la espalda llena de lodo, maestro.
-Quítate la camisa y dale una enjuagadita con el agua del arroyo muchacho.
-Si verdad -sin dar crédito a lo sucedido inicio con la tarea-.
-Y los zapatos…!allá esta su sombrero¡.
-Ah, sí…
-Tengo tierra hasta en las orejas.
-Que yo me acuerde, antes de iniciar la lluvia corría un fuerte viento levantando polvo y tierra.
-Hay que salir de aquí.
-Lo bueno es que se está pasando la lluvia y creo que es hora de irnos muchachos.
-Por lo visto nos llovió varias veces verdad Rolando.
-Algo así…está mi camisa muy rasgada -con tremenda jaqueca trata de darse una idea por lo que habían pasado-.
-Pues es que hay zarzas…



El sitio donde se encontraban distaba del lugar donde iniciaron -al pie del árbol- pero, a no más de cuarenta o cincuenta metros cruzando el camino real. Se vieron obligados a pasar por entre unas matas de zarza y floripondios, ya que su paseo se transformo en un ir y venir por entre el jornal y los ramales. Un pequeño arroyito se interpuso en ese sitio donde ahora, yacía crecido de aguas por las constantes lluvias del temporal. A un extremo, un tronco derribado lo salvaba como paso obligado y un destartalado puente de viejas maderas por el otro lado. ¿Donde quedo entonces, todo lo que experimentaron? ¿A dónde se fueron aquellas praderas de exuberante vegetación y raras aromas? Aquel viaje solo se extendió a lo largo y ancho de su mente y físicamente su recorrido se limito a unos cuantos pasos de donde iniciaron y en dar y dar vueltas en el barbecho, las tupidas matas, entre el arroyito y lo que antes era un puentecillo.







"RELATOS BANDA" la visión de una época en la que el ROCK era, es y sera un pilar en la personalidad de ROLANDO PACHECO...

lunes, 12 de mayo de 2008

Rolando puro cuento



La vida me ha dado una de las más excelsas bendiciones que cualquier hombre, esforzándose a dar lo mejor de sí, pudiera aspirar. No digo que en lo personal no me he tenido que esforzar por lograr esa meta, sino que de antemano he dado mucho en cuanto a que sí, ha sido para mí un extra que ni siquiera se compara con lo que me resta; pero no se tome esto como una carga ni un peso que yo no haya querido como propio, ya que aun que me ha costado un penoso camino, me he visto recompensado con los más nobles sentimientos que a mí pudieran llegar y ha tenido que ser, solo de esta manera y, motivado por propia convicción, es decir; mi aliento se ha concentrado en deshacerme de mis viejos e insultantes hábitos que hasta entonces había venido arrastrando -y esos sí, como pesadas cadenas ahogando mi consciencia- y sin la menor idea de cómo poder hacer vida en otra sintonía, pensando que esa era la única manera -que a mí me había tocado- de ver hacia adelante enfrascado en una nefasta opresión. He cambiado porque caigo en que mi vida es otra desde aquel momento en que una luz se encendió frente a mis ojos como caída del cielo y se posó en el lugar donde solo debería de existir la nobleza, y es que, de otra manera la vida sería tan aburrida y las aspiraciones tan banales y sin importancia alguna que, yo me preguntaría: que sería de mi vida así…? Ya no tiene sentido tropezar con el pasado, lo peor ya no está dentro de mí, se ha esfumado, ha salido de la misma manera en que hace años así llego, por el contrario, estoy más agradecido que el eterno presidiario que consumo su condena.

Mis múltiples ocupaciones me demandan tiempo y esfuerzo, pero valen la pena ya que eso me mantiene en pie y le doy sustento a mis seres queridos. Sin embargo; de un tiempo a la fecha me he dado a la tarea de mirar de cerca un comportamiento por demás excéntrico aun que no menos común entre la gente, ya que al observar a nuestro alrededor nos damos cuenta de que la psiquis del común denominador se ve de cierta manera alterada, ya sea por cuestiones congénitas o adquiridas en lo cotidiano de la vida. Por doquier se ven sujetos que divagan en sus más profundas observaciones y que se tienden en reflexiones dejándose llevar hasta el otro lado de sus instintos y, mentes ilustradas en los entenderes generales. Pero si se pone atención, saltan a la vista personajes que de cierta manera se salen de los parámetros de los cuales se podría acotar con ciertas métricas y a la vez con sus deslices. No hace falta dominar el conocimiento del comportamiento del hombre o gozar de dones predictivos o clarividentes para caer en un sensato raciocinio y juzgar a uno u otro individuo, solo baste decir que estando uno en sus sanos cabales se podría dilucidar entre un estado salubérrimo y uno de perturbación mental.

Pero no quiero caer en exageraciones o deplorable convicción a cerca de mi primordial objetivo, ya que de esta manera se vería alterada la ecuanimidad al hacer mis conjeturas en lo relacionado con las observaciones que me traen en este asunto en particular, sino por el contrario mi más grande deseo es traducir el fino reflejo de las pesquisas, lo que estos ojos vieron por sí mismos y lo más certero posible del caso sin caer en lo inverosímil o lo fantasioso. Que en este último punto en particular no tengo nada que decir o refutar de dicho comportamiento, dado que la mente es tan veloz en determinadas circunstancias que, para el ojo humano no es posible determinar de dónde proviene sus juicios, eso por un lado, por el otro, me es imposible imbuirme en la mente quebrada y agolpada por ideas tan dilatadas, con espesos pensamientos de un raciocinio por demás ágil y abierto. Lo único que puedo ver de todo este embrollo es que, en un comportamiento de esta naturaleza se demuestra hasta donde sus caminados pasos pueden llegar dentro del pensamiento humano, y para ser honestos, sin saber hasta dónde lo podrán llevar o si su constante inquietud por lo abstracto no terminen de por sí, con un trastorno de por vida.

Considero que a la larga en ese constante trotar por espacios desconocidos e insanos por alguien con su viable juicio, podrá recaer en lesiones irreversibles o incluso sin el menor respaldo medico para su tratamiento, pero para este caso en concreto, de lejos se ve que es un modus vivendo, una enajenación distorsionada y sin límites, no hay nada que lo postergue en la cordura y en la sensatez, sin miramientos se deja llevar por el ímpetu de lo casual e intrépido y sin la menor pizca de sosiego.

Ante lo relevante de este asunto tuve la necesidad de consultar a un erudito en el tema de la mente y sus diferentes facetas, el detalle de esto radica en que viendo las cosas de cerca no es nada fácil pasar por alto un comportamiento de tales magnitudes y es así como el Dr. Erasmo Canto trató de orientar mis ideas hacia un rumbo más factible de poder entender los hechos. El Dr. Erasmo Canto Egresado de la Universidad A.E.M. es un magnifico medico, virtuoso del tema psíquico y es graduado con honores académicos en su especialidad, el estudioso maneja la hipótesis de que en la actualidad es un fenómeno que no se puede tomar como aislado dado que una fuerte efervescencia repara en la mente de personas con ciertas cualidades a la predisposición de quebrantos mentales, afectando así tanto en su personalidad como a su estado general de salud.
Hago hincapié en que el Dr. Erasmo no ha tenido contacto físico y directo con el paciente, solo se ha limitado a reconstruir un diagnostico a partir de los datos por mí proporcionados considerando por él lo fehaciente de mis observaciones. Comentando el tema, llegó a la siguiente conclusión: Como primer punto; que el enfermo -por qué así es como lo comenzó a tratar desde que quedo la historia clínica en sus manos-, es dotado de una extraordinaria máquina de procesar ficción partiendo desde sus mas ínfimos detalles cotidianos hasta extralimitarse en las esferas del lado oscuro de su mente, es decir; toma cualquier objeto que a su paso va y lo desmiembra en sus más elementales componentes para de ahí sacar el fruto de una quimera englobada en un ambiente flotante que solo existe en su percepción. Como esto lo toma desde su muy particular punto de vista, opta por mezclarlo con lo inimaginable para cualquier mente sana, postulando desvaríos habitados en recovecos de su cerebro dilatando así las ideas en situaciones que están fuera de contexto.

Segundo punto; puede darse el caso de que cunda el alma de individuos susceptibles y propensos a sus oscuros juicios, traduciéndose esto en una pandemia demencial por donde transite y toque con su palabra, no se diga influya directa o indirectamente en un ambiente social más cercano y prolongado con los de su generación, transmitiendo así lo nefasto de sus reflexiones. Aparentemente se ve noble pero de acuerdo con la información que me ha presentado, dudo que se aloje en él un generoso sentimiento para con sus compañeros, se tiene que seguir con cautela cada paso que dé o de lo contrario les va a pesar. Su mente es delirante y un contagio de parte de él, en un joven de buenos sentimientos se estaría echando a perder por el resto de su vida.

Aquí quisiera hacer un paréntesis en relación con la hipótesis del Dr. Ya que si bien me propuse a realizar la consulta por sus conocimientos, no es que esté de acuerdo en todo lo que él formula como correcto. Para ser sinceros, confío en mi sano juicio, y en mi opinión esto es visto por la trama que se dio a lo largo de sus reflexiones. Desde ese punto de vista tengo mis particulares respuestas del asunto que aquí se postula y no quisiera entrar en controversia sobre mi disertación personal. Prosigo con el fundamento del Dr. Y su posible diagnostico.

Punto numero tres; sus singulares aficiones y pasatiempos es algo que me deja extenuado en tratar de emitir un parámetro de su comportamiento, en el sentido de que persiste en una desmedida y constante practica de representar gráficamente sus ideologías que, denota las trae a flor de piel, una y otra pincelada de color refleja drásticamente un estado totalmente desequilibrado tanto emocional como intelectualmente: Para después entrar en desquiciadas y laberínticas formas que entretejen una danza pictórica detenida en el tiempo. Con una perspectiva a otras latitudes, enmarca sus creaciones en ángulos muy diversos en la representación de su pensamiento. En relación con lo que en ocasiones se sale de lo armónico, sobre todo me quedo en ascuas al tratar de entender las extrañas notas del contenido del disco II de Ummagumma por ejemplo en The Narrow Way parte 2, esto es algo que se sale de lo racional…!!! La verdad me cuesta un áspero trabajo descifrar forma melódica por mí conocida ya que, de seguro existe un lioso código que solo a sus oídos le es familiar. Solo cuando usted mi querido y viejo amigo me hizo el honor de traer este caso a mis reflexiones pude advertir la presencia de dicho material sonoro, que de no ser así, hubiera llegado a la tumba sin que mis castos oídos lo hubieran escuchado.

Como punto número cuatro y final de mis pronósticos, advierto a usted que, de dejarse llevar por sus impulsos de seguir de frente en esta empresa pudiera resultarle adverso a su salud mental y emocional, piense en su distinguida familia que no se merece estar de cerca con ese mal. Solo me queda decir que para el efecto de que usted persistiera en este caso, tendría que asegurarse de estar protegido por todos sus costados ante una posible envestida de un mal que a la larga le puede pesar, y le ruego por la amistad que nos mantiene desde hace una eternidad, que mire hacia otros horizontes y deje por la paz este punto. Sin más que decir le ruego tome en cuenta este humilde diagnostico de ese sujeto, sepa usted que mis recomendaciones se basa en una larguísima experiencia de estar sumido en la literatura de todos los tiempo a fin de conocer el intricado comportamiento de la mente humana.

Con un semblante frío mi querido amigo se despidió:
- Le ruego tome en cuenta mis dictámenes y de paso me saluda mucho a su distinguida familia -manifestó preocupado.
- Pierda usted cuidado mi querido amigo, y los saludos los are llegar con gusto, de la misma manera le da mis más calurosos saludos a su fina familia y hasta la próxima.

Como es de notarse en el diagnostico del connotado Dr. expone un resumen de sus observaciones haciendo resaltar la problemática que encierra el mundo locuaz de una mente fría en sus pensamientos y álgida en sus expresiones, donde se da rienda suelta a tan frívolas ideas revotando en el espejismo de una deplorable insania. Pero por lo que a mí respecta, no versado en estos menesteres del pensamiento, claro está, solo podre decir que muchas de las cosas aquí tratadas me son de cierta manera familiares, aun que no sé responder de que manera son así, es solo un leve presentimiento que no sé cómo interpretar, pero a la vez me resultan muy cercanas, tal vez en un aletargado código genético de mi árbol genealógico se encuentre un impreciso registro.

La visita al Dr. Erasmo, solo fue para tratar de darle un giro a mis vagos presentimientos y tratar de sacarme de la mente esa posible relación, pero no sé si funciono o no, a decir verdad, no sé ni si quiera como me fui a relacionar con toda esta trama y hasta la fecha siento un ferviente deseo por continuar hasta el final…!!! Es algo que no me deja ni a sol ni a sombra, ese fue otro de los motivos por los cuales tuve que asistir con mi amigo y pedir un consejo profesional a ese respecto. Pero la verdad me sentí un tanto apenado por que se diera cuenta que yo iba a persistir en una empresa que para los ojos de él y de cualquiera, era una total tontería. Insistió en que no continuara con el asunto por mi propia seguridad y la de mi familia y me siento apenado por este hecho, pero que hago!!! la verdad no lo sé.

Bajo estas circunstancias solo me resta seguir el fiel consejo de mi amigo en el sentido de protegerme de los males que me pudieran acechar, tomé todas mis precauciones y así me traslade a consultar en otras instancias y bajo otros puntos de vista como una idea alternativa y, finalmente recale con un chaman, fui con el Chaman Armando Escobar a pedir su sabio consejo dando cuenta de los hechos que el lector ya tiene referencia, bajo su perspectiva hizo hincapié en que, en todo caso los procesos mentales del hombre se relacionan con las acciones que éste realiza conjugándose así con la personalidad del individuo, esto es, para tratarse este choque de personalidad no se puede dar tratamiento por separado y menos hacerlo de manera inadvertida, se deben de tratar de un solo conjunto a la vez. Me confío que, con una limpia a puerta cerrada y con una fotografía del susodicho se podrían erradicar fuerzas antagónicas en su escaso sano juicio y que de resultar favorable tal hecho se sometería a un proceso de ritos para reafirmar su recuperación, menciono que la oración es una fuerza tal que, se abren los cielos al entonarlas con ferviente deseo. Considera que no hay nada malo en vagar por lugares insondables, que toda la gente en cierta medida lo hace. Tratamos el tema largo y tendido dando reflexivas hipótesis y tratando de darle forma a fin de que yo estuviera más tranquilo, sin embargo; mis deseos son inmensos por seguir de cerca lo implacable de esa desmedida mente, no sé de qué manera lograre librarme de cualquier posible mal, o si eso lo deba tomar como un mal, pero lo que sí es cierto es que mi mortificación a aumentado de menos a más y no quedándome otra salida en mi vida tendré que seguir de frente y terminar con todo este embrollo.

En Malinalco Don Edelmiro me espera en su casa con un preparado de sabia de pirul que combina con mezcal importado de San Gaspar, aun que el vino que preparan en Malinalco es de los buenos, prefiere, para estos casos especiales, el de allá, dice que sabe a rayos pero que me va a purificar de lleno, también, según me cuenta sirve para que se me olviden un poco las penas que vengo arrastrando. Después, pienso tomar un baño de temazcal que prepara con eucalipto y flores aromáticas tradicionales, éste se va a ofrendar a la luz de la luna llena en el patio de su casa desde donde se aprecia el cerro del guardián. Me pidió que llevara una herradura, que de preferencia fuera de un caballo con un albo y lo mejor sería que fuera el anterior derecho, piensa formar un talismán con un listón rojo y unas puntas de sábila entre otras cosas más que me encargo, se va ha hacer una ofrenda envuelta en un xoxopaxtli y una variedad de aceites aromáticos y flores del campo, no me especifico donde se llevaría a cabo el ritual pero eso sí me aseguro que sería de esos bien preparados y buenos para ahuyentar los malos espíritus.

Recientemente me entere de una ceremonia de purificación que se llevó a cabo en la cueva de Chalma, ahí donde se venera a Oxtotéotl el Dios de la Cueva, la fecha ya paso pero es probable que por medio de un conocido, viendo mi desesperación, interceda por mí con Don Roque para que me pueda hacer el favor de iniciarme en el culto, pero lo veo difícil, dice que solo debe de ser en la fecha y bajo las condiciones de preparación que se requieren, a demás, entre otras cosas me dio una lista de implementos que la verdad no he podido conseguir…

En estos momentos no quiero perder más tiempo, voy de salida con algunos de los encargos y pienso pasarme hasta Chalma, la feria del Santo Patrono está por iniciar y en el trascurso de la semana se llevaran a cabo celebraciones de lo más suntuosas del lugar, aun que no es la primera vez que voy al santuario, pienso comprar mi corona de flores y entrar bailando una afanosa danza.


-DULCES PARA EL ALMA-

Un día antes y durante la noche había llovido con gran fragor. En lo que algunos años atrás había sido una calle terregosa y descuidadamente empedrada; las charcas sobre el irregular pavimento permanecían inertes, porciones del sombrío cielo se reflejaban sobre las pequeñas manchas de agua y se respiraba un aire helado que se esparcía en un día sombrío y somnoliento. Rolando salió y se dispuso a seguir el rumbo a casa de sus abuelos, un recorrido por demás conocido para él partiendo de su casa en la calle del chabacano (Zaragoza), nombre tomado del mismo barrio. Desierta en ese momento, al pasar bajo los cables eléctricos solo se apreciaba el susurro del viejo transformador en lo alto del poste. Quedó con ese peculiar sonido de por siempre desde la última vez que se quemo y se convirtió en un monumental castillo de fuegos pirotécnicos. Fue un corredero de gente y los chamacos gritando salieron disparados de la calle al interior de sus casas: en los momentos de calma, después de una intensa lluvia, empezó a estallar y sacudirse al tiempo que salieron una infinidad de luces extremadamente blancas y cegadoras del aparato, los cables de alta tensión que se tendían de un poste a otro se dilataron hasta colgarse a consecuencia del rojo vivo que les invadió, como si hubieran perdido fuerza por una agotadora tensión, su elongación hizo que se reventaran convirtiéndolos en unos inmensos chicotes azotando todo a su paso sin control, fue algo que, aun que ya estaban acostumbrados a esas penurias, sobresalto a todo mundo y con ello dejándolos sin energía por algunas horas.

Poco después doblo por Madero hasta alcanzar una vista dominante de los altos fresnos y los arcaicos eucaliptos de piel desgarrada de la casa de las señoritas Alcocer. Su aspecto es muy notorio ya que la antigüedad de algunos, a juzgar por su costrosa apariencia y sus deterioradas ramas hacen contraste con poco más de la mitad de los demás que, lucen de un verdor sorprendente. Son el hogar de una multitud de bulliciosos zanates que al paso de cualquier ruido los inquieta saliendo en una violenta estampida. La tradición oral del lugar cuenta que; antaño, en la época de los sombrerudos, (las revueltas y el desorden social que se vivía) aquellos que por desgracia caían en manos de los malosos eran colgados de los más grandes árboles alineados sobre la empinada calle y en lo alto, como si estuvieran coronados por pajarracos del mal, parvadas de aves de rapiña aguardaban al calzonudo festín.

La ocupación de Rolando está quebrando la calle a la izquierda hasta tener de frente al Cura Hidalgo.

- Hay bastante por hacer el día de hoy, espero vengas con ganas de trabajar, yo tengo un asunto pendiente y regreso, espero pronto…Pero regreso temprano a ver que tenemos he! – indica el Tío Felipe papá de Fili.
- Si claro, soy materia dispuesta – menciona Rolando.
- Y tú, a qué horas empiezas a trabajar? …hórale que esperas!!! – le dice a Fili. Quien con cierto dejo toma el carro de la máquina.
- Primero que nada quiero que las maquinas estén bien aceitadas - al momento que hacia una indicación con su mano - y no quiero que vayan a empezar con sus carreritas he! – sentencio el Tío.

Salió y no se le volvió o ver durante el resto de la tarde.

- Sale vamos a tener que terminar el pedido de las cincuenta telas para los suéteres rayados – se anima Fili para empezar la jornada.

Al unísono se dejaron escuchar los chirridos característicos de las tejedoras agujas al paso de los carros a una velocidad tal que, solo se podía llegar a esos extremos mientras el Tío no se encontrara en el taller. Haciendo caso omiso de las últimas indicaciones y casi para finalizar la jornada, un brutal sonido invadió el lugar; se detuvo de golpe el carro de Rolando, atascado y sin el menor movimiento ni para un lado ni para el otro se torno una situación desesperante para desbloquear el artefacto, afortunadamente pero con mucho esfuerzo, se destrabó.

Tras ese breve descanso Fili salió y Rolando continúo hasta finalizar su tarea pendiente. A su regreso dijo:

- Qué onda ven. - Misteriosamente se hizo seguir por Rolando.
- Y ahora qué traes maestro…
- Tú sígueme…

Rolando no se había percatado de que sus Tíos, Armando y Felipe no se encontraban en ese momento en su cuarto, razón por la cual Fili lo condujo hasta ahí. No era la primera vez que se introducían en dicho ámbito, de hecho el lugar les era muy familiar.

- Pero no están los Tíos, no crees que se molesten – dice Rolando.
- No vamos a sacar nada, solo vamos a ver qué onda… tu siéntate.
- Pon un disco Fili.
- Sale, ya viste lo que hay en el cenicero? – dice pelando los ojos.
- Sí …


- ! Qué buena esta la música verdad ¡ - dice Fili.

Conteniendo su tosiento esfuerzo y entre dientes Rolando contesto:
- de lujo… - como para desahogarse de la presión.

Sumergidos entre los brazos de una bruma evanescente permanecieron en sigilo oscilándose en sus sitios, indulgencia de la afanosa jornada para enrollarse en las absorbentes notas de Led Zeppelín en un aventurado viaje a sitios distantes.

A través de la oscuridad se asoman dos figuras postradas en sus canapés ondulando la densidad de la música. Rolando hace vagar su mente para caer en esa modesta esfera de la realidad, donde se asemeja a las entrañas de una caverna perdida y olvidada por la razón, donde se develan imágenes que flotan como clavadas en el tosigoso aire que predomina, aroma que llega penetrante calentando el olfato, gargantas anegadas por un turbador humo, recluyendo todo a una atmosfera sellada por una quimera inagotada y a la vez extendiendo los sentidos a horizontes propios de una espesa utopía. Por entre la diáfana luz azul se entreveran las paredes tachonadas de artefactos decorativos en un derroche de arte oscuro representando una época, un momento y un espacio, plasmando ideas que se fracturan y se desenvuelven mostrando un pensamiento lleno de estiradas percepciones. Objetos de simbolismo fosco e impenetrable a la vista del neófito, con emblemas solemnes y casi sectarios que sobresalen de entre las oscuras paredes. En las tinieblas infranqueables se percibe una sensación como si se estuviera en el mismísimo espacio celestial, con una profundidad inalcanzable a cualquier brazo estirado. Después de los últimos suspiros se detiene la música y todo queda igual… con el mismo sigilo que entraron, así mismo, salieron sin dejar el menor rastro de su presencia, solo envueltos en una aromática estela de incienso.

Se tiraron con rumbo al parque de la alameda sin una meta fija y caminaron en sumo silencio bajo la rala sombra de los alineados fresnos y eucaliptos de la propiedad de las arcaicas señoritas. Rolando, como si levitara sobre el pavimento a su paso, alzo la mirada sobre los legendarios titanes escudriñando sus siluetas, notando que de entre sus cortezas se desprendía su exuberante longevidad y por sus rígidas y estiradas ramas una monumental presencia de lo que fueron sus años mozos.

A lo lejos se divisa el tupido follaje de la arboleda; de los más altos y viejos cuelgan sus hilachos grisáceos, heno de suave terciopelo que descienden como si se estuvieran despellejando. Los múltiples pasadizos se convierten en un delta de rojo tezontle bordeado de pequeñas tapiecillas que conducen a todos los lugares y a ninguno en concreto. Una que otra charca en medio del paso da muestra de la intensa lluvia de días. Todavía se llegan a divisar algunos vestigios de lo que eran las torrecillas de un antiguo alumbrado, sus bases toscamente decoradas en metal vaciado casi se evaporan por el tiempo y una y otra insistente capa de pintura ocultan su verdadera identidad, después se levanta de ellas un delgado mástil que remata en lo alto con cuatro dragoncillos alados de aspecto demoniaco de donde antaño pendían las farolas. El nutrido césped hace un conjunto de bloques geométricos dispuestos algorítmicamente dando forma a un laberinto de cierta lógica, chaparros setos como manchones por alguna avenida son ornamentados de pequeños frutos rojos como manzanitas.

Al cruzar el parque se encontraron con el güero Martín. Intercambiaron un simbólico lenguaje donde trataban puntos de vista o en relación con algo y una sarta de movimientos con gestos manuales de una jerga solo conocida por ellos que terminaron dándole con rumbo a Chalchihuapan. Mi contemplación se sumió por unos minutos en unos jóvenes que entusiasmados jugaban baloncesto en una de las canchas. Al proseguir el curso de los hechos de nuestro buen amigo Rolando y su generación me pude percatar que me habían dejado por un buen trecho, de no ser por un fuerte viento que me hizo voltear en dirección a ellos los hubiera perdido de vista y la historia aquí la daríamos por terminada. Reanude mi paso, y a lo lejos vi que algo sacaba de las bolsas de su chamarra de mezclilla el Güero Martín y lo distribuía a Rolando y Fili, pero, sin la menor importancia al hecho, de nueva cuenta tuve noticia de ellos más de cerca.

En cuestión de minutos Rolando era invadido por unas risotadas fantasiosas y movimientos hasta cierto punto exagerados producto, supongo yo, del buen humor del Güero… su flotante andar se acentuó aún más y su cabello se movía a la par con el aire que corría, de repente se agachaba a tomar una piedra para lanzarla contra lo que se le apareciera enfrente y con la idea de acertar, él decía que, era tal su puntería que podía darle a la hoja del árbol que él quisiera…En dirección contraria se aproximaron Chucho karate y uno más que, por lo visto, éste último venía mudo y sus ojos tan entorchados que casi los traía cerrados y su único gesto de saludo era de una minúscula sonrisa, traían consigo una guitarra entre otras cosas personales y un morral bordado en vivos colores de estilo Nayarita. De igual modo se saludaron.

- Qué onda pa onde van – pregunta karate haciendo una trabajosa mueca de risa.
- A ver qué se ve por aquí – dice el Güero.
- Y ustedes qué maestros, de donde vienen – menciona Fili.
- De Chalchi. Como ven? si quieren… para las lombrices – al momento de que karate saca una botella con un líquido color reposado y al parecer, conteniendo un gusano en el fondo del envase.
- Pues como va…
Así tomaron un atajo por entre unos cables de púas para adentrarse en una parcela donde se hallaba un pequeño canal de aguas cristalinas, los árboles al pie de la corriente de agua guiaron su andar hasta un lugar que Rolando lo visitaba con cierta frecuencia y lo conocían como el trono, éste era llamado así por un peculiar árbol que tirado cruzaba sobre el canal ofreciendo un descanso sin igual y a la vez un subterfugio.

En torno al que intentaba dar un recital de cuerdas, el cual, tenía más ganas de caer postrado al suelo y no saber de sí que de hacer alguna interpretación, la situación se puso más espesa y el gusano andaba rolando por todos lados.

Rolando se desvaneció inspirado seguramente por las melosas notas de la guitarra y se sumió en un profundo letargo postural:
“Caminó por el sendero del canal de aguas cristalinas, de aquellas aguas con una densidad tal que, casi flotaban, con una transparencia como la del mismo viento que levanta sus alargados cabellos, con un brillo de miles de centellas entre las tinieblas. Su paso lo desvió hacia una pequeña montaña de forma muy peculiar por lo que un camino lo guio con destino ignoto, al llegar al puerto observo una bella vista con tierras jamás conocidas por pie alguno, al descender lo topo con una comarca de gigantescos árboles con aspecto de ceibas, de gruesísimos troncos que bien podrían juntarse unas seis o siete personas tomadas de sus manos y, solo así sería posible que se le rodeara al tronco de los de menor grosor. Su tono en verde olivo oscuro casi gris se mantenía en su estirada y lustrosa piel y remataban con copetes exuberantes en aplanadas ramas de sentido horizontal. En la región de los Yerthaas dueños de aquellos lugares, los ceibos son cultivados por sus atributos en la longevidad de la vida espiritual y como vinculo de este bosque con el espacio dimensional mayor fuera de su mundo pensante, ellos beben la sabia extraída del centro del grueso leño, su extracción es un mito, dado que el tronco de los ceibos es de una dureza petrificada, su sabor es tan amargo que perdura por varios días, por el mismo espacio de tiempo en que pierden la razón y la realidad de donde viven para evadirse hasta las alturas de sus horizontales ramas. Se dice que pierden la noción del espacio y el tiempo, motivo por el cual viajan a diversos mundos”.

De estos detalles Rolando se pudo percatar por visitas anteriores a estos entes vivientes pero en otros lugares igualmente extraños y remotos. De qué manera, también es un misterio…

“El bosque de ceibas estaba en medio de una gran cañada atiborrada de vegetación de donde, saltaban grandes langostas moradas con bulbosos ojos amarillentos por entre las copas de los achaparrados árboles -aun que estos insectos tenían el tamaño de un gato, estaban dotadas de una extraordinaria agilidad- los pequeñísimos árboles de no más de setenta u ochenta centímetros, presentaban un aspecto de gigantescas coliflores ya que, se detenían con un grueso tallo verde pistache pero denotando cierta fragilidad a juzgar por su aspecto gelificado, de éste exhalaba un humeante vaporcillo acompañado de una goma cristalina purpurea, éstos tallos eran devorados por las nefastas langostas. Al pie de las coliflores, una gamma de hongos de vistosos colores que rara vez se ven en la naturaleza así como de variadas formas y tamaños, se procreaban emitiendo una bruma azulosa y helada. Lo que antes había sido solo un murmullo, se fue convirtiendo en un tosco sonido agravado por una especie de estruendo provocado por el fragor de una enorme caída de agua en forma de catarata. La caída era tal, que no se miraba fondo alguno, solo la bruma espesa del agua al difuminarse. Al frente se pintaba un inmenso arcoíris invadido de briza y los vapores del agua al caer.

A su costado derecho sobre la catarata, por un rustico paso de una veteada madera color azulada conocida como corazón azul - que al paso se sentía como si se estuviera pisando sobre una losa de hierro solido por lo helado de su sensación - se abrió camino a la gran ceiba mutilada de los Yerthaas. De su robusto tronco, en su base, se abocarda un espacio cavernario de una oscuridad profundísima e incierta, hacia lo alto, en el resto del maduro tronco de piel estirada se desprende una enorme quemadura que fractura casi la mitad de la corona de ramas, estas últimas raquíticas y desmembradas de sus hojas.

Penetro en lo profundo de la caverna motivado por una serie de luces en tenue zafiro. Como centenares de corindones en color azul fue deslumbraron en su interior cegándolo a su arribo, cayó en un denso sedimento putrefacto y sintió ser invadido por pegajosos moluscos, sintió ser devorado por pesadas lombrices provenientes del pestilente fango, se sintió asediado en todo su ser e inicio una penosa lucha en su intento de deshacerse del ataque de los asquerosos Nematelmintos”.

Ante tal hecho Fili y compañía solo se limitaron a observar en silencio y detenidamente a Rolando como este se movía y pataleaba como producto de una pesadilla.

…Un silencio siguió.


- Qué onda mí Rolando, que tienes…dice Chucho Karate al momento que lo sacude para volverlo en sí.
- Qué onda maestro ya aliviánate no– dice Fili.
- No manches… -asustado- si ya, que onda ya nos vamos o que – dice Rolando.
- Pues sí no? vámonos.
- Sale…

miércoles, 23 de abril de 2008

LA EXPERIENCIA


I
Sábado por la noche.

La Campana es uno de los barrios mas alejados de la ciudad de Tenancingo ubicado en la salida oeste con rumbo a Ixtapan de la Sal, también es un lugar en donde se hallan los cementerios municipales y gran parte de una población de economía media baja y muy baja. Era sábado por la noche, en un recóndito lugar y a la vez clandestino, se llevaba a cabo una pelea de caninos entrenados para matar. Fosca, tiznada y abandonada la fachada a puertas cerradas. Roídos límites de impurezas. Murallas que encierran penurias que seden con alucinantes brebajes; almas malsanas; pasadizos oscuros como accesos al inframundo, vidrios rotos y añejos por los años denotando la crueldad del tiempo, agónicas paredes y techos derrumbándose atmósfera de crudas realidades, ductos alumbrados por lúgubres antorchas, pasajes de entrada y salida a entes portadores de cuero cabellos largos y sucios tambaleandose por su escasa sobriedad sumidos en un tenebroso acontecer.

Las apuestas están a flor de piel y en el ambiente se respira un halo nefasto, Irma sentada sobre unas cimbras se anima mientras toma unos tragos de cerveza, a su lado están el Pichón y el Veneno, grandes amigos de su hermano Damián (el Dami). En la sala espaciosa se reparten los sujetos en torno al festín, circo romano occidental, maligno, en torno a la gresca se deja sentir un aire tibio mitad tufo mitad adrenalina y una sensación agridulce en la boca, humos corrompidos exhalados de gargantas putrefactas impregnadas de alcaloides y sustancias etílicas que emanan en un vaho gris plomizo.

Los animales aferrados por sus poseedores encarando a su rival se agitan a tal grado que babean flotante espuma extasiando sus señalados músculos llenos de adrenalina canina, preparadas sus enormes y fuertes mandíbulas, trabados de un torrente de fiereza inyectada en su sangre, sus ojos desorbitados de furia penetran como veinte mil puñales en su oponente, dispuestos se levantan en dos patas haciendo un esfuerzo por saltar en acción, sus apagados y jadeantes ladridos merman sofocados por los collares de clavos, lamentos tenues y desgarrantes sumidos en la injusticia de sus amos, lamentos de opresión subyugada ávidos de sangre de patronos desquiciados sinrazón, humo en sus cerebros que los adormilan mentes desperdigadas en horizontes hostiles enajenantes, cegados por un billete, las chelas, fumar y una chava.

Con gran estruendo se sienten los suspiros de Lacrimosa con Reissende Blicke creando una atmosfera oscura y delirante, sombría sala del terror en torno a la cual se hacen las apuestas, se disgrega el humo y se destapan cervezas, el éxtasis va en aumento fluidez de adrenalina con ácido en la saliva que se estira hasta el suelo al ver el encuentro mordaz de las bestias, rechiflas y gritos piden más y más… sin saciar su sed de espectáculo, no quieren que consuma, sus fauces se traban en los cueros de su oponente, tiesos con los músculos pasmados, invadidos de hormonas de la excitación, extasiados por engullir sus sangres. Solo hasta que haya un desterrado de los dos. El caído… exhausto, agotado y sin esperanzas, mirada perdida de él y su amo, extasiados en su humillante derrota sin dignidad, sin compasión de nadie, sin saber que vendrá…la vida se les escapa como el correr del agua por entre garras y manos, resollan entre sangre y aire, cerveza y humo desfallecidos… no hay esperanzas, el Pichón pierde la cabeza y degolla hasta ver su final en un baño de sangre y sin un solo peso, todo perdido… piensa para sí; no quedó nada más por hacer. Más que el dolor por la muerte de su gran amigo de combate que le había dado varias ganancias económicas, era la gran perdida en donde había apostado todo su capital, ahora no tenía de donde proveerse de un medio de subsistencia, sin embargo, a él no se le cerraban las puertas de la vida diaria, estaba acostumbrado a vivir de manera fácil, su cabeza le da vueltas y se enfoca en la forma más sencilla de recuperar su perdida, se sume en una fugaz depresión, se violenta ante su desfalco y acaricia la oportunidad de solucionar sus problemas económicos con una gran sonrisa y una mirada profunda y perdida. El káiser estaba en la lona y había quedado en bancarrota. Sumido en un instante de cruda amargura toma alcohol hasta abandonarse a su suerte y perderse entre la maleza y el siguiente perdedor…


II
Viernes por la mañana.


Para Rolando dejar una escuela y pasar al siguiente nivel fue toda una cascada de eventos que se dejaron sentir en un devenir de nuevas, dejo atrás las vivencias pueriles al lado de los amigos de la infancia que, casi la mayoría se venían viendo en cada año que avanzaban para trata ahora con gente llegada de diversas escuelas de la ciudad, las caras fueron en parte nuevas y por ahí una que otra que evocaba recuerdos no muy lejanos y se habían visto de vez en cuando, la tónica era diferente puesto que las actividades, aun que, todas encaminado al “estudio”, las materias y talleres de habilidades hacían la diferencia, a demás de otras cosas que se iban acuñando por los años nuevos que se acumulaban con su edad. Dejo de ser un niño y pasos a ser un adolescente, abrió puertas nuevas llenas de suspensos, pasajes y cosas nunca antes advertidas por él. Se regocijó en andares que para entonces no sabia, si acaso, que ahí estaban, para él todo fue sucediendo como una chispa de aventuras que hurgar, caminos sin andar por los cuales el ir y venir los sentía como un nuevo y extraño sabor de boca, cierto éxtasis con un toque de emoción según platicas de él mismo.
Trayendo creo yo, ya de herencia en Rolando el gusto por el dibujo, fue un motivo para entrar a uno de los talleres en la materia, solo que fue una temporada muy corta y según sé, por falta de profesor que se ocupara del cargo y la materia; sin embargo, los hechos se dieron e inicio lo que para él sería el principio de una de las más grandes pasiones para el mundo de los cultos, eruditos, talentosos y gente bien educada y de la alta estirpe en el saber e inclinados a estudios de fondo, con pasiones como forma de vida en el arte; sin embargo, él no disfrutaba de singulares dotes, ni presumía sublime devoción por tales conocimientos, no era poseedor de dichas virtudes, pero sí se consagro en cuerpo y lo que podría llamarse; Alma, a célebres gustos, y que al parecer traía de herencia añeja y de generaciones atrás sabidas, aun que no corroboradas. El dibujo en un principio que, solo se identificaba con figuras animadas de la época y empleo de materiales de fortuna sin ton ni son, empezaron a dar un carácter más técnico y sobre todo llevado de la mano y guiado por el experto.

A juzgar por aforismos de Rolando, “la pintura te lleva por lugares recónditos de la expresión humana, del intelecto y de la gnosis de las emociones, andurriales de éxtasis y descomunales animaciones, pinceladas de vivida conmoción de colores y expresiones de movimientos inadvertidos, manifestaciones y estados de ánimo que van desde la pena hasta el jubilo difíciles de expresar anteponiendo el verbo, sino que, solo mediante el pincel o el trazo, sitios plácidos, reborbollantes y conspicuos, solo soñados, divagados e inmersos de un “Don” inverosímil, dotados de una idealizada fantasía destilada e interminable de exprimir, tintes que permanecen ahí, flotan y se desvanecen en el sentimiento, en el alma doblegada donde todo fluye en un viaje remoto, conceptos e ideas que se desarrollan y se expanden representando tiempos acaecidos, vigentes o ulteriores, flujo de eternos pensamientos donde las impresiones se vierten como caídas de sitios oscuros de la mente en una multitud de “imágenes” cerebrales o mas bien sensoriales, que no tienen nombre ni grado de comparación con nuestra orbe mundana y que son hechas par la mano de la mente logradas a partir del uso de diversas manifestaciones técnicas”.

Según era sabido por quienes tuvieron la ocasión de estar de frente con nuestro querido amigo Rolando, él contaba de cierta manera con algunas sutilezas y esa condición tan peculiar de desfigurar las cosas que le rodeaban, a tal grado que se sumergía en un abandono furtivo y ocasional al momento de plasmar sus crispadas ideas en lienzos y superficies de las más diversas formas y materiales a su alcance, en dicha ocasión el resultado fue una modesta composición tipo “agua marina y playa” que de momento no se sabe donde quedó, de lo único que se tiene conocimiento es de que el cuadro se trataba de una escena que encerraba una atmosfera sombría ideando un momento soso después de un torrente diluviano. Por motivos desconocidos el taller cesó, pero solo fue el principio de un apasionamiento y una dinámica que siguió cultivando con un frenesí intermitente y sectario que hasta fechas recientes quedo perenne.

El advenimiento de nuevos integrantes de su generación trajo consigo una avalancha de idea, modas y acontecimientos desconocidos para él que, fueron dignos de averiguar y enterarse del ¿por qué? de las cosas. Con la llegada de gente de variados lugares de la ciudad y de fuera, se dieron motivos para conocer entre otras cosas amistades y con especial énfasis la música de entonces, la cual marca de manera sólida un modo de ver la vida. Acompañada de su peculiar modo de vestimenta fue un “bum” al momento de la efervescencia que, lo tomo con tal énfasis quedando una marca indeleble y formando parte de un estigma en su vida.

Como vientos avalanchados de diversos sitios, emergen ideas encaminadas a la convivencia y agrupación de gente con pensamientos desenfrenados y apasionados por los ritmos nuevos y una constante aplicación de la filosofía de libertad, con cambios de actitud en relación con los patrones establecidos por la propia sociedad que de seguro eran demasiado draconianos y hoscos para quienes, lo que deseaban era relajarse, ver la vida con otros ojos y ser libres de principios y acciones, los recuerdos se relacionan con corrientes ideológicas entre la gente que compartían puntos de vista encaminados a deshacerse de viejas tradiciones, con ciertas tendencias a una libertad de pensamiento, que si bien, la juventud se expresaba, muchas veces eran censuradas. Surgen incipientes ideas de igualdad de géneros y reproches en contra de atropellos de países poderosos contra otros más débiles, surgen las protestas y negativas por tales hechos en una plena llamada a la pacificación y derrocamiento de gobiernos aplastantes de la sociedad.

Esta fue una época en que la humanidad, sobre todo de jóvenes, se revelaron en contra de patrones establecidos por reglas y principios que marcaron otros tiempos, para entonces, de manera independiente todo se renovaba y surgían conceptos más modernos y expresivos con un toque liberal e incluso sensual, el movimiento que se fundamento principalmente en la libertad de expresión individualista para formar grupos con tendencias a manejar su propia filosofía libertaria, misma que implicaban una manera de pensar abierta a los nuevos estilos, a la nueva música y a sus modas… las comunas que en ese tiempo se empezaban a forma donde aparecen los famosos hippies con sus cabellos largos y sus vestimentas de multicolor con formas emblemáticas que iban desde las flores hasta las mariposas, y típicos pantalones con campanas de pata de elefante. De tantas novedades surge la expresión de “haz el amor y no la guerra” o el famoso “amor y paz” con una simbología que trasciende por todo el globo terráqueo, esto marca una sencilla diferencia en la actitud de quienes iniciaban una nueva experiencia en la vida cotidiana, tildados por una tendencia modernista. Se establecen los cambios con un tinte arrollador que sacudió todos los ámbitos de la sociedad, que traer el cabello largo se trasformo en un “estilo” por así decirlo.

Sus Tíos; Felipe y Armando tienen mucho que ver en este asunto de tomar las cosas desde un ángulo diferente, es decir, hacerte a un criterio amplios horizontes con una visión extasiada, un tanto desahogada y serena, la influencia fue contundente y motivándolo sobre todo por la literatura con el hallazgo de las bastas extensiones de las letras y sus viajes etéreos a lugares inimaginables, trasformándose en uno de los pasatiempos más profundos e intensos, con ellos conoció la música desde sus raíces más extrañas hasta los nuevos tiempos, ellos marcaron una pauta y un vértice a seguir de manera firme, con la siempre consigna del estudio por delante y ante todo.

Narra un especial recuerdo con el Tío Armando en el que se reunieron a compartir algunos trazos en una tarde dedicada a dibujar, en aquel cuarto de luz tenue, lleno de ornatos por doquier, con un estilo semejante a un insólito museo en exposición permanente, con motivos abstractos y surrealistas, hasta con cierta rareza, desde añejos hasta innovados, algunos burdos o bien estilizados, con pinturas donde se plasmaban los rasgos estirados, quebrados, incognoscibles de un episodio de la vida, de un espejismo sin fondo, de una tajada de la estremecida mente. En lo profundo, casi escondido, el tocadiscos dentro de una hielera para refrescos, sonando sin cesar un rock espeso y difícil de digerir al compás de los trazos, luz fosforescente, neón, cortinas de tela negra, decoradas, salpicadas de ideas y, una mariposa monarca prendida de un pequeño y retorcido tronco, los estantes tupidos de libros vomitando información de diversos géneros, espacio escabroso, efímero. Y Rolando queriendo escarbar sobre la mente del Tío que ha corrido más; Que ha trascendido lo inusual, lo extremo, lo intenso.

Todas estas loqueras las conoció junto con su primo y hermano del alma, el Fili, juntos, se aventuraron por lo que en esa época estaba en boga, transitaron en muchas vagancias en un ir y venir en su natal pueblo, insólitas experiencias que no acabaríamos de contar a las nuevas generaciones y que quizás un día salgan a relucir...

Bajo este tenor, la pintura entra de lleno en la nueva forma de ver las cosas, con perspectivas enfocadas y llevadas de la mano por el auge, para Rolando se manifiesta como un torbellino inalcanzable por sus magnánimas dimensiones, pero que sin embargo, rasga las esferas más próximas en manifestaciones entreveradas con su corta experiencia en la vida y el hervidero de ideales para plasmar; Atardeceres con luces dramáticas y un toque de sicodelia, las flores, las mariposas y!Los hongos de colores¡. Formas diferentes de representar los objetos hasta llegar a la abstracción incluso con cierta enajenación, eclipsando las formas reales por la chispa fugaz y la magia y un simbolismo no pocas veces difíciles de interpretar: todo salido de la euforia de la lóbrega mente. Las formas tradicionales diluidas en imágenes que escasamente se representaban en ellas mismas y podían dar un tremendo giro hasta quedarse con una gran interrogante de; ¿Que es lo que se encuentra frente a mí en ese cuadro tan loco?, Para entonces los escasos logros eran poco metódicos y con cierta ingenuidad, no había una técnica ni un procedimiento, pero se veían los deseos de ir hacia adelante, conocer y hacer, descubrir la forma, la manera, con entusiasmo y dedicación, solo e independiente caminó por ese sendero de la pintura y prosiguió, sin conocer ni el método ni el procedimiento, pero sí, con el afán de abrazar la idea y desarrollar un estilo, una razón.

Era principios de diciembre, el clima empezaba a sentirse cada vez más frío en la ciudad, en la escuela inspirados por la maestra de ciencias naturales los motivos de navidad se empezaron a notar.

En el segundo piso del edificio de la escuela “Juan Fernández Albarrán” se alojaban los grupos que cursaban el segundo grado, por entre los grandes ventanales de las aulas se dejaba ver la avenida de un extremo a otro, la circulación de los autos y el estrepito sonido del trafico sin cesar, autos y conductores sin paradero inmediato y todos de paso, sin forma de detenerse por la gran afluencia. Rolando clavado y ensimismado en sus pensamientos dejaba correr el tiempo en lo que la clase se llevaba a cabo, sin mayor remordimiento de lo que se trataba en la academia y lejos de su realidad, algo lo turbaba.

- Jóvenes me daría mucho gusto compartir con ustedes estos días de fiestas navideñas y darle un toque de ocasión al aula – dijo la Mtra. Lucy.
- Maestra Lucy, que Beto ponga algo para adornar el salón, se dejo escuchas de la parte final del recinto, con el afán de molestar.
- Cállate inepto - dirigiéndose a Pepe - yo no tengo por que dar nada, el dinero que traigo es para mí y si tu quieres poner algo, pues dalo tu, - dijo Beto con un aire de arrogancia y supremacía.

Pepe hecho a reír sin mayor preocupación por el comentario que se escucho. Por otro lado la voz chillona y pérfida de Irma se dejo escuchar.

- Es cierto Pepe, si desea poner algo hazlo tu - dijo inmediatamente Irma la novia de Beto, en un afán de defensa hacia él y para lograr por lo menos algo bueno de lo que nunca podría ser suyo, ni material ni sentimental, aunque lo dijo de los dientes para afuera y en una actitud que denotaba mas lastima de si misma que una autentica valentía por defender a su novio.

Beto era un personaje arrogante y déspota casi con todo mundo, hiriente y con toda la mano para hacer daño en su entorno, lastimoso y mordaz, pedante y de escaso compañerismo, solo queriendo sobresalir y más a costa de su dinero, se hace creer el importante, y de alguna manera sus compañeros lo hacen sentir así(con cierta mofa), solo por que de vez en cuando es esplendido con ellos, en los últimos años su padre el Sr. Alberto Avilés gozo de una buena fortuna, se desconoce como logro amasar tales cantidades de dinero, él es como el maestro de su hijo, con los mismos atributos de soberbia y arrogancia, petulante y de cierta altivez, un perfecto ignorante y con una mediocridad extrema que se ve a flor de piel. De sangre pesada y chocante, su fortuna esta sustentada en acciones de dudosa claridad y procedencia con negocios por doquier, sintiéndose toda una celebridad en su deshonesto circulo social, saludado y aplaudido por sus gracias tontas por sus allegados, denota un perfil moreno grasiento de rasgos burdos, de pequeña estatura y vientre abultado, fumador empedernido con ademanes notorios al tomar la boquilla con demasiada desenvoltura y excesiva delicadeza, gritón al momento de expresarse y llamando la atención con sus carcajadas por cosas banales y simples, de aspecto insípido y a la vez ostentoso.
Irma, de tez clara nariz respingada casi chata con ligeras pecas en ambos pómulos a la vez que rosados por su maquillaje de diario, su temperamento sumamente reiterativo y arrogante, con un toque de sabelotodo y a la vez un léxico y una cultura muy por debajo del promedio de sus compañeros, de cabellos castaños claros, extremadamente bajita de estatura y bien proporcionada, de un carácter amigable pero un poco grosera, todo queriendo para ella y solo para ella, de una mezquindad extrema sintiéndose poseedora de lo bueno y no teniendo en que caerse muerta la insolente.

-si Mtra., Beto siempre presume de que “todas las puede” y ésta es una buena ocasión para que coopere de manera “voluntaria” – dijo Rubén apoyando a Pepe en su punto de vista -… es como si le quitáramos un pelo al gato, supongo que Papi no te diría nada ¡Ho sí, niño bonito! – dirigiéndose a Beto asentó con sarcasmo.

Pepe y Rubén, todo el tiempo grandes camaradas, se conocieron desde que iniciaron sus estudios en la primaria y vivían en el mismo barrio, todo el tiempo se defendían el uno al otro y en las buenas y malas, en lo cotidiano iban hombro con hombro. El primero; Un grandulón regordete de facciones pesadas y movimientos torpes, glotón hasta más no poder, su pasión eran las tortas con desmedido picante, eso sí, muy noble y quizás hasta inseguro de si mismo que denotaba cierta ineptitud en algunas cosas triviales, tartamudeando todo el tiempo y más si se alteraba su estado de animo, se la pasaba disculpándose por sus ingenuas torpezas, de carácter noble con unos cuantos agraciados y molón con el resto; Por otro lado Rubén, de complexión delgada y alargada, nariz tipo halcón, dientes mal alineados y una halitosis de perro muerto que sus cuates preferían no acercársele cuando hablaba, solo, claro esta, su gran amigo Pepe, Su andar muy típico era producto de la malformación ocasionada por la polio que sufrió cuando era pequeño, aún que, su defecto era casi imperceptible, sus amigos de la infancia le decía el pata de volantín; eso sí, era súper buena onda con casi todos, menos con su gran rival de los últimos tiempos: el Beto, lo que pasa es que le gustaba Irma, y esta ultima solo estaba con Beto por su dinero, aun que la verdad creo que lo aborrecía y hasta le caía mal.

Lucy tuvo que intervenir en lo que se había tornado una pequeña discusión dentro de su clase, poner orden y dictar los procedimientos en que se llevaría a cabo el adorno del salón de clases.

- Propongo que se traiga un árbol de pino natural a fin de poderlo adornar y colocarlo al lado del pizarrón, dijo Lucy dirigiéndose al grupo en general.
- Si, vamos por uno al monte – dijo Darío – yo me llevo mi machete para cortarlo.
- A ver Rolando, tu que propones – dijo Lucy, al verlo tan distraído y poco cooperador en los asuntos de la sociabilización grupal.
- Perdón, la verdad, no sé que están hablando – hasta cierto punto desorientado confeso Rolando.
- Si… ya nos dimos cuenta que estas en otro mundo, ¿y en que estas entonces, por que no compartes tus pensamientos con el grupo? – dijo Lucy, con la idea de sacarlo de su letargo mental.
- Es el planeador…ja,ja,ja, planea por lo mas alto del infinito y se eleva por los subsuelos abismales… aun que de repente se va en picada, ja,ja,ja, - agrego José.

Todo el grupo hecho a reír… aun que sus risas no ofendieron a Rolando en lo más mínimo, si se disgusto y de manera desvergonzada se dirigió a la maestra; Errante contesto que su mente se perdía entre los autos de la avenida, pidió le disculpara por alejarse de la discusión de la clase y, denotando hastió, trato de inmiscuirse en el tema pero en realidad se encontraba absorto en grietas de su memoria y un sueño sin descifrar que lo tenía alejado de la realidad en momentos de somnolencia. Sus sueños vagaban por senderos de oscuridad y fatalismo agolpados en torno a sus amigos mas cercanos, en una ocasión durante la noche se acalambro por un sueño que para él fue casi una realidad que se dejo ver en plena oscuridad de su cuarto. Hasta la fecha recordaba muy poco o casi nada de lo que había soñado por más esfuerzo que hacia por tratar de hacerlo, y la verdad es que era peor, solo lograba que dicho sueño se alejara aún más de su raquítica memoria, de tal manera que no recordaba casi nada. Solo le quedo plasmado un sentimiento de culpabilidad, angustia e incluso cierto miedo o algo así, como si se desplazara a otros lugares o viera escenas donde él se veía involucrado pero desde un ángulo alto, es decir, fuera de sí, solo haciendo acto de presencia, de espectador y a la vez incluido, en realidad cuando lo platicó, no lo supo definir con exactitud. Solo menciono que se despertó con un estado de frenético palpitar de su corazón, que sintió que éste lo abandonaba casi por completo en su constante rebote, el sudor lo invadió a tal grado que por un momento pensó que estaba lloviendo en su recamara y sus ropas se le pegaban al cuerpo al grado de que no lo dejaban con movimiento alguno y supuso que alguien lo estuviera sujetando de piernas y brazos. Ante esa constante pelea, se esforzaba a moverse del sitio tan profundo en el que se encontraba(en el centro de su cama) que al día siguiente, todo suspenso y dolorido no se podía mover, como si hubiera hecho ejercicio hasta el agotamiento. Sus dolores residían en espasmo muscular del vientre, brazos y las piernas.

La organización para el fin de la mtra. Lucy se llevó a cabo, se sugirió que fuera en fin de semana para no interferir con los días de clases, el grupo formado por Beto su novia Irma, Pepe, Rubén, Darío, Rolando y José se organizo designándose los requerimientos y el horario para el traslado, así como el área en la cual se pensó llevar a cabo el corte del arbolito, todos pensaron en Los Morales, un lugar a no mas de seis u ocho kilómetros de la ciudad con rumbo a las faldas del volcán.

José era un individuo que solo se ocupaba de meterse en lo que no le importaba y cuando se trataba de cooperar para algo relacionado con la escuela, solo se hacía para atrás, era de un carácter muy hosco y de pocos amigos, gruñón, huraño y mal oliente por que casi no se bañaba, de repente era muy seco en sus comentarios, no participaba y en hablar se le iba todo el tiempo en clase, de hecho no figuraba entre los amigos de Rolando, él quedó incluido dentro de la comparsa, pero finalmente no se supo que sucedió o el motivo por el cual no asistió a la reunión.

A la salida de clases, Irma aprovecha la ocasión e invita a Rolando a pasársela bien por la noche en su barrio:

- Si gustas vamos a mis terruños. En la Campana se pone bien, te va a gustar el ambiente. ¿Te gustan las emociones fuertes, que no? dice Irma casi en el oído a Rolando y con una voz muy sutil - no voy a ver a ese estúpido, como ves…
- No lo sé, si puedo me lanzo, sale…
- ¡Tengo unos amigos que juegan con sus perros... y a veces se van gruesos! – dice para despedirse.

Ambos se separaron.

Esa noche Rolando tuvo problemas para conciliar el sueño, su estado anímico se encontraba muy desequilibrado ya desde hacia algunos días y esa noche fue el acabose, (la tarde estuvo gruesísima, no supo ni como llego) y una abundante cena lo hundió en una pasmada visión donde no toco fondo. Penetro en una profunda ilusión que lo llevo por una experiencia insólita que lo mantuvo agobiado durante la mayor parte de la noche en una pesadilla sin precedentes...


III
Domingo por la mañana

A lo lejos se advierte el sonido disimulado de una sirena que pide el libre transitar a su remota llegada. El Sr. Avilés a bordo de un auto ultimo modelo colmado de lujos observa por el retrovisor y en ambas direcciones con el fin de verificar si se encontraba interpuesto ante el paso del auto portador de la sirena. Sin respuesta a lo que vio. El semáforo tarda en hacer el cambio de luz para continuar con el transito. Al emprender la marcha en dirección a la salida de la ciudad es seguido por varios autos que esperaban de igual manera el paso, a medida que avanza es rebasado por otros más; Los observaba con cierta curiosidad y sin pensar nada en concreto; los ve pasar a su lado; no encuentra nada raro y pierde cuidado, advierte un vago presentimiento que no entorpece su atención pero le llega un aliento amargo y acido en su boca como mal augurio, no encuentra explicación ante esto y sigue sin demasiada preocupación. Se va quedando, disminuye su velocidad para entrar al patio de la gasolinera a cargar combustible, ante esta acción toma su tiempo y se desliza al lugar propio para abastecerse. Sin mas preocupación que llenar su tanque, sale de nueva cuenta a la carretera sobre su destino. Un camino de tercer orden a su derecha esta acotado por densos arboles de una altura sin igual, el camino esta en sigilo y de neblina poco habitual, el aroma a coníferas es reacio y penetrante, una ligera racha de viento azota su parabrisas y los arboles se mesen en un ir y venir constante y pasmoso.

Al alejarse de la zona poblada de la ciudad es interceptado por dos vehículos, de los cuales, uno de ellos se adelanta para cerrar el paso y el otro se ubica a la retaguardia. Desconcertado observa como descienden de ambos autos un grupo armado profiriendo maldiciones e indicándole que bajara del auto a consecuencia de matarlo de no hacerlo. Invadido de terror por el atropello el Sr. Avilés entra en crisis emocional dominado por un aumento de sus palpitaciones sin ningún control, su presión desciende y aumenta sin cesar sintiendo que la sangre le brota por entre las pupilas. Siente que le estallan los vasos sanguíneos al grado de sudar frio entrando en una especie de calambre de pies a cabeza. Siente un desvanecimiento que casi le cuesta la perdida de la consciencia, de manera torpe y fuera de sí, desciende del auto y pide clemencia a cambio de ofrecer una jugosa suma por su vida. Sin respuesta al ofrecimiento que hace el Sr. Avilés, es sujetado de ambas manos y volteado a fin de que no reconozca a sus captores.

- No traigo mucho dinero, pero les puedo dar mas, lo tengo en mi casa. - Manifestó el Sr. Avilés con el pánico en la lengua de quien ve su última oportunidad en la vida.
- No nos interesa tu dinero de momento. ­- a la vez que lo obligaban a quedar boca abajo sobre el cofre de su auto. - Haz lo que te indicamos sino quieres morir imbécil.
- Si…entiendo, pero no me lastimen, tengo familia e hijos por quien debo ver, además no saben ni siquiera con quien se están metiendo, tengo conocidos en seguridad del estado y no se la van a acabar, se los prometo – contesto el Sr. Avilés con las palabras entre cortadas tratando de ocultar su miedo y fingió un control de la situación ante sus agresores.

De un golpe contuso por la espalda lo doblaron sin que éste metiera las manos, y solo un gemido doloso y suplicante se dejo escuchar, no hizo mas que aguantar uno tras otro golpe agresor, trato de exigir una explicación y lo único que recibió como respuesta fue un golpe certero sobre su faz haciéndole perder el conocimiento... Ya no se levanto, la paliza fue casi mortal.

Los momentos en que se encontraba el Sr. Avilés le fueron memorables de por vida, se dio cuenta como pudo ser tan frágil y vulnerable ante situaciones sin apoyo ni ayuda inmediata, como quedaba a merced de vándalos sin los menores escrúpulos. Solo encontró un trato despiadado y sin cortesía, no recibió lo que él, de la vida se merecía dada su calidad de inminente e ilustre vecino de la ciudad que lo vio hacerse de su jugosa fortuna, cómo, siendo alto portentoso y de singulares gustos, había alguien que se interesara en profanarle semejante insulto a su investidura sin la menor precaución y cuidado que le da el poderío y su situación en su medio social.




IV
Domingo por la mañana


En el cielo se forman nubarrones pesados y densos que se mueven al compás del viento, se encaminan unos tras otros con rumbo al sur, de forma acolchada denotan un color plomizo entreverado con la luz de la mañana soleada, el viento se deja sentir tenue como un suspiro, rachas ocasionales levantan ligeras polvaredas sobre la avenida apagada, dormida y sin ánimos.

A bordo del vehículo de pasajeros se traslada la comitiva formada por; Irma, Beto, Pepe, Rubén, Darío y Rolando con rumbo a las faldas elevadas del monte en lo que se conoce como los Morales. La mañana se sentía fría y ligeramente soleada con vientos penetrantes propios de las partes despobladas y las altas latitudes de la región, pero el objetivo seguía siendo el mismo no importando los contratiempos del clima. Al llegar a una desembocadura de la carretera sobre un camino asfaltado poco transitado, fueron rebasados por una ambulancia que bruscamente doblo en aquella dirección, los compañeros se observaban entre sí con una sorpresa en sus miradas. Se detiene los autos y aparece una patrulla de policía organizando el tráfico en las inmediaciones, se acentúa mas el suspenso y la sorpresa.


- De seguro hubo un accidente – se escucho de alguna parte del autobús.
- Creo que si – menciona Rubén.

Asomándose por la ventanilla dice Pepe, - como siempre la gente que no toma sus precauciones cuando anda por carretera, esto pasa todos los días por aquí y por allá, nadie se preocupa por prevenir los accidentes, bien por velocidad, bien por fallas mecánicas o por no estar sobrios, no se hasta cuando...

- no sabes ni siquiera que fue lo que ocurrió, - le tapo la boca a Pepe y prosiguió Rubén, - estas queriendo darnos un sermón y no estas enterado de lo que paso – dijo para finalizar.

Pepe tuvo un accidente automovilístico algunos años atrás que lo dejo pasmado y con secuelas traumáticas; rumbo a Ixtapan de la Sal a bordo del vehículo de su Tío Toño se dirigía al balneario en compañía de varios miembros de su familia e Iván, amigo muy querido de la familia y siempre bien recibido en su casa. A una velocidad moderada al ir descendiendo por las curvas y barrancos se revienta un neumático de la parte delantera del auto donde viajaban dando volteretas e impactándose sobre la cuneta del lado del altozano, el auto se desplaza un largo trayecto cuesta abajo y colisiona con otro de frente, el impacto que sufren es por demás extremo. Pierde la vida al instante su amigo Iván, todos salen con lesiones de gravedad y Pepe queda atrapado entre los retorcidos fierros del asiento trasero. Al parecer su amigo salió disparado por la ventanilla en el primer impacto contra la cuneta, prácticamente se rompe el cráneo entre las rocas y rebotando sobre el asfalto. Pepe resulta con fracturas de pierna derecha y dos costillas, además de múltiples golpes internos y en el cráneo, desde entonces actúa así. El daño por la perdida de su amigo Iván es notorio en lo sucesivo, de principio entro en un gran insomnio y cuando podía conciliar el sueño lo primero que se le venia a la mente, era verse envuelto en el asiento de atrás sintiendo esos dolores de huesos tan intensos que al momento despertaba, su ansiedad es algo con lo cual carga de manera rutinaria y ha sido difícil superar el trauma en los momentos inciertos y con demasiada tensión, aun que esta historia era conocida por su amigo Rubén, no le guarda la menor muestra de respeto por su herida psicológica.

Alguien comenta que todo ese borlote fue motivado por un asalto ocurrido escasos minutos antes a un sujeto. Lo encontraron tirado y muy golpeado pensando que lo habían ultimado, al parecer se trata de una persona importante ya que el auto que conducía es de lujo y su vestimenta denota una posición acomodada.

Al ver por la ventana, solo se aprecio un montón de curiosos que se amotinaban sobre el pequeño espacio del lastimado y los paramédicos haciendo caso omiso de las indicaciones de los agentes de la policía.

La demora no dilato mucho y continuaron adelante. Al llegar al crucero del camino a los Morales descendieron y se toparon con una vista magnánima, una basta vegetación a sus alrededores, abundantes coníferas entre fresnos y encinos, campos con invernaderos dedicados a la floricultura, ejidos adornados con gladiolas y rosales, arboles frutales y una variedad de colores de la naturaleza.

En las modestas elevaciones montañosas cubiertas de un crecido verdor tapizadas de follaje y arboles se escucha el fino cantar de las aves oriundas de la zona. El rechiflar del viento traspasa por entre las copas de los arboles haciéndolos vibrar en una danza vaivén de uno a otro lado. En lo alto las nubes se alborotan y ennegrecidas amenazan con voltearse en sus aguas. El viento es helado y calador de huesos. Vuelan algunas hojas de los árboles y se elevan ventiscas de tierra, la atmósfera se impregna de aroma a bosque y una ligerísima aroma a tierra húmeda, cuesta arriba se advierte los pinos candidatos para el arreglo de la maestra Lucy.

- Solo me pregunto por que tuvimos que elegir este día tan malo para venir al encargo de la maestra Lucy y a este lugar tan distante­? – menciono Pepe un tanto preocupado por el ambiente que se avecinaba.
- El lugar no tiene nada de malo, ¡el día que escogimos es el problema! – dijo Darío.
- Disfruten del lugar, cual es el problema, no sean negativos – menciono Irma.
- Claro, chavos que les pasa, este es el lugar más fabuloso que hay por los alrededores o no es así Rolando, como ves tu... – dijo Beto con un sarcasmo normal en él.
- Si tienes razón, la verdad este es un lugar estupendo y sin límites de grandeza, ustedes lo pueden notar, hacia las partes altas no he caminado pero dicen que es un lugar muy especial... casi sagrado.

Rolando hace una descripción de algunos datos curiosos de aquella región y de sus inmediaciones manifestando de manera generalizada:

”Hasta donde yo sé, este fue territorio habitado por una etnia precolombina llamada Matlatzincas, estuvieron regados por todo el Valle de Toluca principalmente y pudieron haber llegado hasta el de Tenancingo y no obstante, depender de alguna manera de ellos en el aspecto comercial o religioso, algo así, de hecho fueron los fundadores del Tenancingo antiguo en un lugar poco distante a donde actualmente se ubica. Fue un pueblo consagrado y entregados a sus más arcaicas tradiciones de una manera delirante, dedicados a expresar el arte mediante sus implementos domésticos y textiles, y en relación con sus actos religiosos ofrendados a sus dioses se esmeraban en satisfacer sus ominosos deseos, guiados por el Gran Señor de Tenancingo; Tezozomoctli.”

“Dentro de sus historias y leyendas poco se conoce de hechos insólitos y raros que profesaban y que unos cuantos tienen el placer de intimar sus tradiciones, se dice que en la actualidad hay solo algunos individuos contados con los dedos de mi mano que creen y preservan ciertos cultos y ceremonias dedicados a ritos fastuosos de sus ancestros.”

- De que se trata­­, la verdad no lo sé, pero me han contado de una familia del barrio de Teotla – continua.
- Ya vas a empezar con tus platicas, no nos arruines el paseo vas a terminar asustando a Irma he – Beto trato de callar a Rolando en su relato.
- No le hagas caso, a mí si me interesa, vente... sigue con tu platica si – puntualizo Irma – a ver, quiere decir que Tenancingo nació en otro lugar diferente a donde esta ahorita?
- Si, de hecho no es muy lejos de su actual ubicación, inicialmente se formo en la parte sur del cerro Tepalcatepec, bueno pero eso lo podemos comentar en otra ocasión – sentencio Rolando y prosiguió con su relato.

“Esa familia de Teotla tiene sus rarezas en cuanto a las relaciones con el resto de sus colindantes, su forma de ser y hasta su aspecto. No tienen una amistad o una relación de acercamiento normal entre ellos, de hecho sus vecinos le asume un gran respeto, sobretodo a la señora, ella es hosca en su trato y hasta un poco huraña pero aun así la buscan por los secretos que guarda contra algunos males del cuerpo y del espíritu, es curandera pero la gente de Teotla dicen que es bruja. La verdad es que se dedica a curar mediante medicina tradicional y con hierbitas y de seguro algunos menjurjes y brebajes extraños, creo que es un chaman. En la familia son tres integrantes y el gobierno lo lleva la madre(aun cuando todavía estaba su esposo, Don Elías, el cual murió apenas hace unos años), un varón de edad adulta y su hermana aún de mayor edad no muy cuerda por cierto, la señora ya es grande, creo que demasiado grande pero la gente dice que siempre ha estado así desde que se acuerdan, como si no pasaran los años por su insignificante cuerpo. La señora se llama Cleofás y le dicen Doña Cleo, es una persona extremadamente bajita y con un rostro de inusitada madurez de donde sobresale una curvada nariz, su tez es morena quemada por el sol, casi bronceada, autóctona de estas regiones, nadie sabe su edad, pero gente nace y gente muere y ella sigue ahí para sus ritos y sus curanderías.”

- Y qué se supone que es un chaman o que es lo que hace – pregunta Irma que iba al lado de Rolando y Darío y un poco separado del resto de sus compañeros que ya iban mas adelante.
- Son considerados diabólicos para algunos; sin embargo – empiezan a fumar y continua:

“Lo poco que entiendo es que son aquellos que han alcanzado un nivel espiritual y jerárquico dentro de la escala étnica a la cual pertenecen y se encargan de preservar y transmitir todo el cúmulo de tradiciones y conocimientos ya sea religioso, de medicina, las artes y los oficios o estrategias de guerra en la antigüedad. Entre otras también se dice que llegados a la cúspide de su entrenamiento pueden ser capaces de separar su alma y elevarla a los cielos o descenderla hasta los infiernos en el inframundo, hay quienes afirman que pueden ver con los ojos cerrados y en la oscuridad, los eventos futuros así como los secretos de los demás.”

“Se supone que un chaman se encarga de curar a la vez una persona y su espíritu y de esta manera alejarlo de los males que le aquejan y las maldades y envidias de sus enemigos. En el caso de los Nahutlacas, sus procedimientos de cura son mediante la succión para extraer cuerpos extraños del enfermo, los cuales se materializan en forma de papel, piedras, cabellos y otros objetos.”

Después de encontrarse sumidos en el discurso de Rolando, se dieron cuenta que se habían separado del grupo y trataron de recuperar distancias, cosa que de momento no les dio resultado dada la espesura del bosque, solo percibieron un ligero suspiro de que los de adelante también iban fumando y al parecer nadie se había preocupado por escoger el encargo y solo se limitaron a seguir caminando sin darse cuenta del lugar ni la hora.

Un camino de herradura los guío por un sendero casi incierto lleno de zacate hasta la cintura de los paseantes, el viento amenaza arrastrar lluvia de lugares no muy lejanos, truenos y relámpagos se desprenden de los cielos como repulsas caídas en ráfaga, sin dar la mínima muestra de protegerse del agua, ahora en dos grupos separados entre sí caminan en lo profundo de las faldas del gran cerro. Los árboles alcanzan alturas impresionantes y consumen parte de la escasa luz ya para entonces de la tarde menguada por la lluvia que se avecina, aun que el Xinantecatl se ubica a una mayor distancia del lugar en que se llevaron a cabo los hechos, sus faldas son una prolongación de este colosal macizo volcánico ya que la región adoptó las formaciones actuales después de haberse realizado una serie de erupciones y depositados los deshechos volcánicos formándose sus toscos repliegues. Cuenta la hipótesis de que el Valle de Tenancingo, antiguamente formaba un extenso lago natural por su ubicación en las partes bajas del Xinantecatl y por los escurrimientos que, a través del tiempo se obturaron por la acumulación de sedimentos ígneos y material volcánico.

La tarde húmeda y el estado en que se encontraban los hace caer en un silencio enigmático, todos ensimismados en sus pensamientos, ni una sola palabra sale de ellos, caminan en fila hacia arriba y, solo un estruendo los hace reaccionar en su andurrial y les crispa los pelos, un relámpago inesperado los hace casi saltar del camino ante el golpe mortal que afortunadamente no fue alcanzado nadie. Se hace un desorden y se dispersan en diversas direcciones ante la amenaza de un nuevo evento más certero. La lluvia golpea incesantemente, cantaros de aguas celestiales se derraman en sus empapados cuerpos, vientos desolados azotan con furia silbando por entre sus orejas de manera huracanada. Muy a lo lejos el grupo formado por Irma, Darío y Rolando divisa una finca solitaria envuelta en la arboleda, al aproximarse se dan cuenta que, el camino es poco transitado y lleno de monte pero pudiera ser usado para un vehículo. Conforme se fueron acercando el ambiente se infestaba de un hedor muy extraño y difícil de identificar. De principio se pensó que la emanación había sido motivada por el efecto del relámpago al quemar el bosque, pero al llegar a la casa se intensifico con una aroma que a Irma casi le provoca nauseas. Se dan cuenta que esta deshabitada. Pero el cubrirse de la lluvia era imperioso y bien valía la pena el esfuerzo de entrar.

De una fachada ennegrecida y vigas por siglos enmohecidas y llenas de musgo. A punto de caerse el roído techo se veía contorsionado y mordisqueado por el tiempo, en sus maderas se levantan las tecatas de la pastosa podredumbre, retorcidas tablas deshechas embebidas por aguas putrefactas anegadas y rodeando su base. Se resalta un color fluorescente y una finísima neblina reluciente venida de la parte posterior de la mansión. En esos momentos los pocos que arribaron percibieron un lugar no antes visto por ojos de alguno de ellos y menos bajo tales circunstancias emocionales.

Dicha sensación pudiera pensare que obedecía a los estragos que venían arrastrando pero, se mostraron invadidos de una soledad y a la vez por una inexplicable presencia de algo anónimo, entelequias ignotas sin físico, sin materia, solo con un halo nefasto y siniestro rondando por entre la atmósfera que envuelve el recinto, irrealidades con existencia que flotan, eso es lo que percibieron, algo que flotaba, con las esperanzas infaustas sintieron un infortunio y un sabor poco alentador ante la silueta de la insalubre extinta morada.

- Donde están los demás – pregunta Darío agitado por la carrera.
- Debieron haber corrido hacia otro sitio – contesta Rolando.
- Entraremos a esta casucha – sugiere Darío.
- Primero hay que ver si se puede... parece que esta sola, de quien será? – menciona Irma.
- Vamos a esperar a los demás – dice Rolando.
- No!!! Vamos a pasarnos, esta lluvia esta tremenda y si no hay nadie aquí podemos cubrirnos, a demás, de seguro llegan para acá aquellos cuates– dijo Irma.
- Hola buenas tardes...!!!
Sin respuesta.

Agobiante silencio.

- A ver busca por donde podríamos entrar – dijo Rolando a Darío.

Irma y Rolando iniciaron una inspección a vuelo de pájaro y cayeron en que el lugar había sido abandonado desde hace una buena temporada y dejando de funcionar como casa habitación, no tenían forma de entrar de manera normal. La puerta y las dos ventanas de la fachada estaban cerradas y sin manera de abrirlas a menos que fueran forzadas. La lluvia se intensificó y junto con ella el cielo se ennegreció. No era muy tarde, pero por las fechas el sol solía ocultarse mas temprano que en otras estaciones del año y dadas las circunstancias climáticas la tarde se había convertido en una noche de angustia y desesperación.

- Ups!!! – exclama Darío.
- Que paso – pregunta Irma
- ¡La casa esta rodeada de aguas negras y apestan a rayos, o no sé que será pero, huele muy mal! – dice Darío – y no vi ninguna forma de entrar todo esta sellado para los intrusos y esta agua ya me empapo.
- Y si forzamos la puerta, total, a quien le importa – sugiere Irma.
- No creo que sea lo mejor... pero sale pues, espero no nos metamos en un problema... estoy muy mojado – dijo Rolando.

Procedieron ha hacer una revisión de la finca y Darío vio una alternativa para entrar y al momento dijo:

- Esta ventana se ve frágil, mira de hecho se esta cayendo.

Sin pensarlo provinieron a entrar...



En un camino distante a la finca...

- Ey...aquí!!! – grito agitado Pepe - Donde están, para donde se fueron...!!!

El miedo lo empezó a invadir de pies a cabeza, un ligero temblor lo sacudía y evitaba que pudiera caminar con certeza, a tropiezos y resbalones intentaba moverse y por momentos casi a tientas por la escasa luz. El agua de la lluvia le escurría hasta la conciencia y por momentos no lo dejaba ver, los relámpagos no cesaban y el riesgo de ser alcanzado era inminente, el agua empezó a escurrir por la ladera e hizo el camino resbaladizo. De momento la luz de la tarde se esfumo y Pepe no daba con el resto del grupo, insistió en llamarlos y no dio resultado. Siguió caminando sin rumbo y sin la esperanza de poderse reunir con el resto de sus amigos. Exasperado emitió un desesperante grito que más bien se transformo en lamento que solo se podía escuchar a escasos metros de donde él se encontraba. La lluvia era un verdadero aguacero y a su alrededor no quedaba ninguna esperanza de encontrarse con sus amigos. La neblina bajó mezclándose con el torrente lluvioso, desalentado por verse en esa situación se desata en su cuerpo un temblor incontrolable que no lo dejaba ni gritar ni caminar.

- Que onda, y los demás, para donde se fueron – angustiado aparece Rubén con la cara desencajada por el susto del relámpago.

Exhausto y fuera de sí, Pepe se abalanza sobre Rubén en un intento por no quererse separar mas de él.

- Tranquilo!!!
- Tranquilo...
- No manches que bueno que te veo y los demás, donde están – tartamudeando de terror y a la vez lleno de gusto menciona Pepe y reafirma la pregunta anterior.
- ¡Te pregunto que hacia donde se fueron! – desesperado dice Rubén.
- No lo sé, no los veo, creo que estamos perdidos, les he estado gritando y nadie responde – Pepe con un poco mas de tranquilidad.
- Y ahora que vamos ha hacer – haciendo un esfuerzo por ver a través de la intensa lluvia - no se ve nada el camino y esta lluvia que no se detiene, bueno vamos – resuelve Rubén.


En medio de la precipitación tantean desplazarse sin un rumbo determinado dependiendo solo de su instinto de conservación y con la idea fija en la mente de dar con el resto del grupo, toman un sendero amplio que los lleva por una parte descubierta de la maleza y en la escasez de la luz centellante de la tormenta toman una dirección cuesta abajo, caminan por un determinado tiempo, a lo largo del trayecto el camino se estrecha y se convierte en una brecha llena de rocas intransitables incluso para el ganado de arriar.

- Sabes, creo que no va ha ser por aquí, nos esta llevando para abajo en dirección contraria – desorientado dice Rubén - regresemos.
- Yo no sé ni donde andamos, pero te sigo – no quedándole otra alternativa a Pepe. – sabes, tengo un hambre de perro – confeso restregándose el vientre.

Abatidos dan marcha atrás y al salir al claro toman otra alternativa, un camino que, cuando pasaron no lo divisaron por la oscuridad que les invadía, presentaba poca inclinación y de aspecto más transitable, se veía propio para un auto, este hallazgo los motivo en su marcha y se tranquilizaron, aun que no hicieron comentario alguno al respecto se sentían más tranquilos. Emprendieron la expedición, envueltos en la lluvia, la negra noche y enmudecidos; sin embargo, no tardaron en denotar una esfumada peste en el ambiente que los hace entrar en conciencia, se preguntaron a que se debía ese olor tan penetrante en el ambiente y tomaron la opción de retroceder. De momento pensaron que se trataba de algunos químicos propios para las tierras de cultivo de la región, pero era tan agudo que decidieron no enfrentar el aroma mas de cerca y optaron por un camino aledaño. Finalmente los condujo a un solo destino y a lo lejos intentaron distinguir la finca enredada entre los árboles con su soez presencia, de extraña soberbia y pérfida nostalgia.

- ¡Que onda, donde se habían metido, los estuvimos buscando! – grita Rubén, al darse cuenta que Irma, Darío y Rolando intentaban ingresar a la casa.
- ¡Por que no contestaban, si les estuve gritando con todas mis fuerzas, por que no me contestaron nunca! – tartamudeo de coraje y angustia Pepe.
- Y Beto, donde lo dejaron – se apresura Darío.
- Pensé que estaba con ustedes – contesta Rubén.
- Aquí no esta, que sucede... ¿dónde lo dejaron, que no andaba en su grupo? – pregunta Rolando.
- ¡Cómo siempre, haciendo sus gracias! – dice Irma.

Se miran los unos a los otros para obtener una respuesta rápida... se dan cuenta que nadie sabe de su paradero y se ponen tensos ante tal incertidumbre. Pepe se agarra dando vueltas y tratando de cuestionar el acontecimiento y lo único que logra es alterar más las cosas, entran en una desesperación por no saber en donde se encontraba Beto o sobre que rumbo andaba.

- Que vamos ha hacer. Si tomó otro camino, de seguro se va a perder. Él no conoce el área – dice Rolando.
- ¡Se lo merece el tonto... pero por que lo dejaron, no es posible, ya nos metió en una bronca! – repite malhumorada Irma.
- ¡Bueno pues vamos a buscarlo! – dice Rubén, sintiéndose culpable por el hecho. – pero todos corrimos por lo del relámpago, que no... ¿Cómo voy a saber para donde se fue él?.
- Creo que debemos esperar un poco a que se calme el agua y vamos a buscarlo si – sugiere Rolando.

El agua tardó en cesar, bajo el porche de la casucha aguardaban a mejores condiciones del tiempo, trataban de darle forma a su problema y alguna solución fiable para poder encontrar a su amigo. Las esperanzas estaban puestas en que, al verse desprotegido, aislado del resto de los amigos y sin rumbo fijo a donde ir, tendría que decidir quedarse en algún lugar próximo y no tratar de buscar la salida del bosque que solo podría empeorar las cosas dado que no disponía de conocimiento del área, se encontraban en total oscuridad por la lluvia que, de momento había disminuido, el cielo estaba cubierto de manchas de nubes que no daba lugar a claridad alguna y el frío se intensificaba a cada momento. Siendo un lugar a tal altitud es lógico que después de tremendo chubasco la temperatura descienda. Todos estaban empapados y con sus ropas pegadas al cuerpo lo cual limitaba sus desplazamientos para poder recorres mayores distancias en busca de su amigo. Habían perdido tiempo en lo que el agua cesaba, de tal manera que Beto si no había decidido detenerse, de seguro andaba muy lejos de la ubicación del resto del grupo. Tomando en cuenta todos estos rubros encontrados, la búsqueda empezaba a tornarse más que difícil en una área tan basta, cubierta de una espesura vegetal y de escasez de luz que no daba esperanzas de tener éxito en su cometido. Ante estas reflexiones no les quedó más que hacer un plan para ver de que manera se abarcaba mas terreno en su búsqueda; de este modo se tendrían que dividir para reconocer los caminos de herraduras a fin de no correr riesgos de perderse otro más del grupo; Programar una hora de llegada a la finca de donde partieron, así como dejar a por lo menos uno de ellos en caso de que Beto llegara.

A medida que se organizaban para ese fin, los minutos transcurrían al igual que la noche, solo la lluvia disminuía siendo el único punto a su favor. Partieron de acuerdo con lo planeado en rumbos diferentes quedándose Darío en espera de que llegara Beto y con la consigna de no moverse hasta que el resto se reuniera después de sus rondines en terreno extraño.

A altas horas de la noche se volvieron a reunir conforme lo acordado sin la menor seña de su amigo, acongojados y con la moral por los suelos tomaron la osada decisión de abandonar la empresa e ir por ayuda para continuar con la indagación a la mañana siguiente. Pero el problema no termino ahí, la búsqueda se trazó solo en una área limitada ya que el lugar para ninguno de ellos era conocido y de esa manera su investigación fue escueta, para poder tomar el camino de regreso fue toda una excursión ya que de antemano el grupo se encontraba extraviado, ni una alma por medio camino, ni un solo indicio del lugar por donde ellos andaban era notorio, Rolando que supuestamente se calificaba en conocer algo de la región, se encontraba en pañales en cuanto a la orientación, la verdad no sabían ni por donde empezar. Una de las alternativas y bien atinadas fue subirse a lo alto de uno de los árboles con el fin de observar a lo lejos algún indicio meritorio a ser tomado en cuenta para guiarse y así poder tomar una decisión del rumbo a seguir, pero sobre lo alto de las copas solo se veía la espesura del bosque para cualquier parte que se mirara; sin embargo, se pudo distinguir un ligero sonido de auto muy, pero muy a lo lejos y en una especie de eco que la verdad fue difícil establecer de donde provenía tal efecto sonoro. Con las estrellas fue un caos poderse orientar ya que aún que a esas horas de la noche la lluvia había cedido y el cielo prometía limpiarse, de repente no se veía absolutamente nada. El viento fue otro de los indicios en los cuales depositaron sus esperanzas e intentaron construir una especie de banderola y verificar su movimiento, tomando en cuenta que los vientos soplan de norte a sur en esas colinas arboladas, el resultado fue más alentador, se estableció que si los vientos corrían en esa dirección era posible suponer que la ciudad o por lo menos la población de Los Morales estaba con rumbo al sur y aun que no lograron seguir por ningún camino bien indicado hacia su destino se tiraron en esa dirección.

Después de recorrer quizás alrededor de dos horas, se montaron sobre un camino de tercer orden y solo así pudieron dar con la población de Los Morales y finalmente salieron con la idea de tomar un Autobús que los condujera a la Ciudad, cosa que no fue nada factible a esa hora de la madrugada. Lo bueno fue que, a esa hora los floricultores inician sus actividades de traslado de flor a los centros de venta, en este caso, al mercado de Tenancingo y de esta manera fue como consiguieron que alguien los sacara sanos y salvos de aquel lugar, no sin antes, sentirse afligidos por el hecho de, ¡prácticamente haber abandonado a su amigo Beto! Pudieron haber pedido ayuda con los campesinos ya que son expertos en el área, conocen los recovecos del bosque y sería más rápido el auxilio, sobre todo si tomamos en cuenta que pasó gran parte de la noche desorientado o en el peor de los casos que haya sufrido algún percance o accidente por la lluvia de relámpagos, la ayuda era de ipso facto. ¿Por qué no pidieron ayuda ahí y de inmediato formar un grupo de voluntarios para empeñarse en la búsqueda de Beto, no me lo explico? Pero juzgaron conveniente que las autoridades o un equipo mas sofisticado de búsqueda tenían que meter las manos, en primera; por el lugar tan extenso y lo extremo que resulta emprender una travesía de esa índole, y en segunda; el grado de dificultad que conlleva una pesquisa de esa naturaleza en pleno bosque ignoto para cualquier extraño y tal vez con la participación de rescatistas o un equipo mas entrenado.

Habiendo resuelto ya el problema de abandonar el área de excursión y haber salido sanos y salvos, ahora el asunto se tornaba sobre quien se haría cargo de informar a la familia de Beto y las circunstancias bajo las cuales se habían metido en dicha contrariedad por el encargo de su maestra de Ciencias Naturales; además, si era pertinente hacerlo en ese momento a altas horas de la noche. Acordaron trasladarse en comitiva hacia su casa e informar del hecho lo más pronto posible a fin de que se tomaran acciones por parte de su familia, el detalle es que nadie de su familia se encontraba en casa y por la hora, no hubo quien diera razón de su paradero.

V
Domingo por la noche


El señor Avilés se disputa entre la vida y la muerte en la cama numero seis de la sala de terapia intensiva del hospital Regional de Tenancingo producto de la paliza que le suministraron sus captores a orillas de la carretera en un supuesto asalto, que más bien me quedo con la duda de la realidad del asunto y me atrevo a pensar que pudiera ser un acontecimiento simulado para perpetrar algo más significativo o de mayor envergadura, esto es, de primera intención se sabe que no le despojaron de su dinero en el acto; que no se llevaron su auto ultimo modelo y en extremo lujoso; No hubo extorsión sicológica más que la resultante de acto mismo de la irrupción, y se limitaron a la violencia física que fue lo que le ocasiono un derrame cerebral cayendo en apoplejía que fue lo más grave y motivo por el cual se encuentra en terapia intensiva, amen, de contar con una diversidad de lesiones entre múltiples fracturas de costillas y como consecuencia, perforación de la base del pulmón derecho conocido como neumotórax, golpes contusos en cara y cráneo, etc.

Bajo esta perspectiva, los acontecimientos incurridos contra el Sr. Avilés dejan mucho que pensar en el sentido de que, aun que se trata de una persona de buena posición en la sociedad, vista así para algunos, es despreciable para muchos más, esto sugiere que se puede tratar de algún ajuste de cuentas o dominio por un determinado territorio de la ciudad o por un tipo de negocio logrado en malos términos. También podríamos vaticinar que si se tratase de ajuste de cuentas, simplemente le podían haber llenado el cuerpo de plomo y asunto arreglado, no lo crees...? No teniendo oportunidad de indagar los hechos más de cerca, me limito solo a sopesar en los pormenores que a mi juicio me permite el sentido común.

En la sala de espera se halla la Sra. Martha De Avilés con un terror en el rostro y el padrenuestro en la boca por ver la situación en la cual se encuentra su querido esposo, reza a todos los santos para que supere la crisis con la cual tropieza, y se interroga; ¿Cuál pudo haber sido el motivo por tan atroz acto?, Que paso por la mente de quienes cometieron tal atropello?, Quién pudo haber consumado un suceso de esa magnitud? Y que clase de tipos tan bestiales pudieron haber conciliado una grosería de este calibre?. Sin respuesta a sus preguntas se encuentra sumida en la banquilla del corredor de la sala de terapia intensiva, ni un alma que le brinde consuelo, ni un motivo que la saque de su angustia y su depresión, con un hondo hueco en su corazón ve con tristeza que la vida de su esposo cuelga de un delgado hilo. Trata de encontrar conciliación en sí misma, trata de alentarse y sobreponerse ante la adversidad, ante las inclemencias de actos que no pudieron ser obstaculizados por el destino, pide al Señor de los cielos le aclare la mente en momentos de tan desquiciante perturbación, le dé fuerzas para superar la sentencia y tranquilidad para la posteridad. Cierra sus hinchados y acuosos ojos por momentos en que siente desfallecer, cree encontrar quietud en el intento y solo consigue sobresaltarse al develarse el rostro ajado, pisoteado, denigrado de su esposo.

La Sra. Martha, de rostro claro, quien antes mostraba una apariencia serena, distinguida, resignada y personalidad de fina progenie, bondadosa y sensible, de notoria sumisión y obediencia, una persona de sentimientos nobles y delicados, dadivosa y caritativa un dulce al lado del que se encuentra en duelo, ahora se ve destrozada y sin aliento, desvalida y con más ganas de perderse en un profundo escape de la realidad que en la espera de la mortal noticia, no hay poder humano o sobrenatural que le brinde esperanzas de alivio y sanación de su alma, con tragos amargos se mantiene a duras penas en su sitio y en espera de la información preliminar sobre el estado de salud de su esposo.

El reporte clínico del Dr. Contreras a la mañana siguiente fue:

”Paciente policontundido que presenta apoplejía dando como consecuencia una isquemia cerebral (infarto cerebral) ocasionado por un embolo sanguíneo que se traslado a la parte superior del cráneo producto de múltiples contusiones y fracturas en tronco y cráneo; el tratamiento recomendado es a base de anticoagulantes como la heparina o la warfarina para disminuir las coagulopatías y controlar la hipertensión entre otros cuidados de cabecera, presenta neumotórax por perforación de la base del pulmón derecho el cual fue superado por un parche de agua, de momento el paciente se encuentra delicado y estable”.

Su relativa calma es interrumpida por el arribo urgente del sonido de una ambulancia en el paradero, médicos y personal de auxiliares se movilizan a recoger al paciente trasladado con prontitud.

- ¡Paciente masculino grave de memos de veinte años, con perdida profusa de sangre, heridas múltiples y contusiones en cabeza y rostro, esta irreconocible!- gritan los paramédicos al momento de arribar a la entrada del edificio.

De inmediato es llevado a la sala de urgencias donde es valorado y deciden trasladarlo a cuidados intensivos, su estado es crítico y se trata de un paciente que fue severamente lastimado. La sala esta abarrotada y es necesario trasladar a uno de los pacientes que actualmente ocupa una de las camas a otra área para su recuperación. El Dr. Contreras ordena que se traslade al ocupante de la numero seis a fin de otorgársela al recién llegado. La Sra. De Avilés pega el grito en el cielo en protesta por la decisión e intenta arremeter en contra del Dr. Que dicto la orden, éste a su vez trata de explicarle que en el caso de su esposo, ya se encuentra estable y sin riesgo de recaer, sin embargo, el que llego, se encuentra en estado crítico y con serio riesgo de agravarse.

- ¡Mire Dr., A mi no me interesa quien es y ni mucho menos que le suceda a ese chico, quiero que se atienda a mi marido como debe de ser, no tiene por que llevárselo a otro lado donde sus cuidados se pongan en duda quiero que estén al pendiente, me oye! – manifiesta furica y demandante la Sra. De Avilés, sin tomar en cuenta la recomendación medica.
- Señora por favor, debe usted de entender, que la capacidad del hospital no es para emplazar a pacientes en recuperación en un lugar designado para atender las urgencias y estados críticos, así es que me permite por favor. ¡Enfermera! Conduzca a la Sra. A la sala de espera... con permiso Sra. Déjenos trabajar.

Sin más que decir tuvo que someterse a lo indicado por el Dr. Y llena de angustia abandono el lugar.
VI
Lunes

Por la mañana del lunes ya en la escuela, no se sabía absolutamente nada y ni quien diera alguna noticia del acontecimiento del día anterior. Entre el resto de los amigos trataron de indagar si sabían del paradero de Beto, conforme fueron llegando los integrantes de la comitiva, unos a otros se preguntaban: si la familia de Beto ya estaba enterada, quien había informado a su familia o a las autoridades correspondientes y sobre todo que había en relación con su paradero. Desgraciadamente por ningún lado se mencionaba nada al respecto, a petición de Darío tomaron la iniciativa de informar de los hechos a la maestra Lucy una vez llegara a la escuela, concluido el respectivo relato, la maestra no cabía en la sorpresa por los hechos y un pánico la invadió, lo primero que se le vino a la mente es: ¿Por que se vinieron sin antes haber agotado todos los recursos de búsqueda y auxilio?: ¿Por que no informaron de los hechos al personal competente en estos casos?: ¿Si es que la familia ya estaba enterada y que es lo que se había realizado hasta el momento para rastrear su paradero?, Sobre las preguntas hechas al grupo excursionista, estos a su vez daban sus respuestas y ahondaban en la manera de cómo se llevaron a cabo los eventos y la forma de resolverlos bajo las circunstancias y la peculiar situación en la cual se encontraban en este caso, obviamente sin mencionar el estado en que se encontraban en ese momento. Lo que sí quedó muy claro fue que a la familia no se le había podido avisar por no encontrarse en su respectivo domicilio hasta la fecha. No tan convencida de las respuestas escuchadas tomó una decisión: A su vez, hizo lo conducente hacia las autoridades del plantel, que de igual manera se enteraron de los pormenores.

Los directivos al enterarse del caso hacen una junta urgente de conciliación a fin de tratar este asunto y determinar la manera de proceder, tratan intermitentemente de localizar e informar a la familia vía telefónica y mediante una comitiva ahora formada por la maestra Lucy, Rolando, Darío e Irma para hacerlo de manera personal. Rubén y Pepe, permanecen en el plantel en espera del arribo del Comandante Ruiz a quien se informo de los hechos y encargado de llevar a cabo las pesquisas.

El cmte. Alfonso Ruiz es un veterano y astuto agente de policía, sus primeros servicios los brindo como vigilante de la zona arqueológica de Malinalco y ahora dedicado a los casos más relevantes de la ciudad con un renombrado apego a la legalidad. Su aspecto denota una persona enfermiza quizá por su extremada delgadez y su constante afición al tabaco, las uñas y dedos - índice y medio – de la mano derecha presentan una tonalidad marrón que le da un aspecto notorio por ser de piel tan blanca como la cera. Curioso por intimar los hechos entra en un exhaustivo interrogatorio para conocer los pormenores y así tomar acciones al respecto, uno de los puntos en los cuales se empezó a apoyar de primera intención el cmte. Ruiz es que, al parecer la división del grupo obedeció a que se alejaran los unos de los otros de manera intencionada; es decir, que el grupo formado y encabezado por Rolando se distanciara del otro donde se encontraba Beto. Esta duda surgió por el hecho de que se menciono que Irma tuvo que ver en este asunto ya que prácticamente jalo a su grupo e hizo que avanzaran a paso más lento dando pie a que los otros compañeros se adelantaran lo suficiente como para que se extraviaran; sin embargo, este hecho se basó solo en suposiciones, a reserva de que se aclarara en cuanto se hiciera el respectivo interrogatorio al otro grupo. Este punto lo trató Pepe con el cmte. Ruiz en el sentido de que sino hubiera sido por ese acto, todos estarían reunidos al momento del relámpago que fue el motivo real por el cual se separaron, y dada la distancia a la que se encontraba un grupo del otro, cada cual salió disparado por su lado sin rumbo fijo cayendo en el acabose; por que, aun que aparentemente no estaban muy distanciados, con el susto y la oscuridad de la noche, su reacción se concreto en correr, se vino la lluvia y todo el acontecimiento que el lector ya tiene referencia. Pepe estaba muy espantado por el embrollo y hasta cierto punto quería extirparse de alguna responsabilidad. Para él, estaba claro que Irma tenía mucho que ver, pero no sustento tal comentario, lo cual, se tomo de la misma manera, como algo de menor importancia e infundado; aun que, no por eso paso desapercibido al colmilludo Ruiz.

Rubén, lleno de miedo por lo que le podría haber pasando a Beto, las consecuencias que a él mismo le podrían ocasionar y el grado hasta donde se estaban elevando las secuelas de la pequeña excursión, solo se limito a expresar que, sí se dio la división de grupos y que aun que Irma era novia de Beto, casi siempre denotaba algún grado de repulsión hacia su novio, no frente a él claro esta, pero de todos era sabido en el salón de clases, esto lo dice sin inducir a pensar en que ella pudiera ser la autor intelectual del extravío, solo lo menciona con el afán de deslindar cargas y a la vez tratando de no ocasionarle algún compromiso a su querida amiga Irma.

Para el cmte. Ruiz esta información le deja una rara sensación en el sentido que, si Irma perpetro la supuesta división podría obedecer a algún tipo de interés, y si es así, cual sería, el hecho es que, se convierte en una verdadera coincidencia, por un lado la separación y por el otro el relámpago como herramienta para poder tender algún atropello contra Beto. Si es qué ésta fuera la intención de su novia, además con quienes más estaría de acuerdo para llevarlo a cabo. El cmte. Ruiz piensa que esas coincidencias son solo supersticiones por algún tipo de antipatía hacia la señorita Irma o bien con el fin de quitarse responsabilidad en toda esta cuestión y, él se tiende más sobre un simple extravío en el bosque; que no hay nada de extraño en todo este argumento y solo se limitara a confabular el resto de la información con los demás excursionistas y tomar cartas en el asunto como uno más de tantos casos en su larga carrera como agente investigador. En este punto, el cmte. Ruiz solo tiene una parte de las declaraciones de dos de los excursionistas, aun bajo esta limitante de información y con el fin de darle velocidad al salvamento, decide mandar dos brigadas de búsqueda y rescate a la zona de referencia e iniciar el trabajo de campo en busca del joven Beto.

Pepe y Rubén se ofrecieron como voluntarios con el fin de dar con más precisión en el terreno de los hechos, cosa que de momento se le hizo poco profesional al cmte. Ruiz por tratarse de jóvenes sin la experiencia y la preparación en recate y rastreo; sin embargo, finalmente accedió. Ultimando los respectivos preparativos a sus subordinados y dando indicaciones para el caso; se establecieron parámetros para el área de salida; el área de reunión y los horarios en los cuales deberían alcanzar determinadas zonas de búsqueda; el uso de los radiotransmisores y los respectivos reportes a determinada hora. Se repartieron misiones y todos se movilizaron con la misma idea hacia la zona de búsqueda.

El rastreo se inicia sobre las afueras de los últimos sembradíos de flor de la localidad de Los Morales con rumbo a las laderas más altas, de principio no hubo mayor problema en la ubicación del sitio, se formaron dos grupos comandados por rescatistas de profesión, el primero al mando del cmte. Noé Silva, y entre otros participantes con la ayuda de Pepe, el grupo salió con rumbo al este sobre un grupo de depresiones muy marcadas con la vegetación por demás densa, se le doto de los perros de búsqueda y rescate mas entrenados, varios equipos de alta montaña y personal de paramédicos, la tarea se esperaba cruenta sobre todo en esa área. Se tomó la decisión de buscar hacia aquella área por el hecho de que si Beto tratará de buscar una salida en esa dirección, podría darse el caso, ya que, al poner suficiente atención, muy, pero muy a lo lejos se podía distinguir un ligero murmullo de los autos al descender por la carretera, dicho ligerísimo sonido se interpreta que viene de aquella dirección precisamente, cosa que puede ser un verdadero error, un espejismo del sonido, por que mas bien se escucha gracias a las corrientes de aire que desplazan el sonido en ese sentido, dando la impresión de que allá es donde se genera y cualquiera en una situación desesperada tomaría ese hallazgo como bueno y tratar de salir en busca de auxilio, sin embargo, dadas las características del terreno, la salida por esas escarpadas colinas sería un verdadero calvario.

El siguiente equipo formado por el cmte. Sergio Ruiz, la participación de José y todo el gremio de profesionales, salió para peinar el área en dirección oeste sobre una región menos escarpada pero, con una exquisita vegetación en donde para cualquier intruso sería muy fácil extraviarse y que de acuerdo con los relatos de los excursionistas en esa dirección se pretendía tener los mejores resultados, dotado por su olfato de sabueso y un ligero presentimiento le decía al cmte. Ruiz, que en esa zona podía hallar algo relacionado con el joven Beto, siguió camino arriba sobre el mismo sendero por donde anteriormente había transitado el grupo de caminantes. Se esparcieron en un amplio frente y apoyados con el fino olfato de dos perros bien entrenados, se internaron entre el bosque. Sobre la marcha Rubén reaviva parte del relato del relámpago y lo antepone como responsable del desperdigamiento de sus amigos, al cabo de unas dos horas de camino no les fue difícil dar con los vestigios de un árbol alcanzado por un rayo, aun que para el momento de los hechos ese espacio estaba casi a oscuras por la fuerte tormenta ya en pie, Rubén duda por un momento sí ese era en realidad el lugar del incidente, sin embargo, bajo una exhaustiva inspección concluyeron en que sí era el lugar indicado. Basándose en el relato de lo ocurrido, el gremio de búsqueda trata de vislumbrar el proceder de los chicos y orientar sus pesquisas sobre rutas probables. Se dividen en grupos alternos en direcciones radiales. El cmte. Ruiz, su equipo y Rubén, se tienden sobre un sendero poco transitado e inicia la búsqueda a las inmediaciones. Al paso de cierto tiempo de búsqueda suena la transmisión del radio de uno de los grupos de investigación que él comandaba y reporta al cmte. Ruiz el hallazgo de un olor sumamente desagradable en el ambiente. Rubén advierte que es proveniente de la cabaña abandonada en la cual trataban de cubrirse de la lluvia y relata una vez más lo sucedido. Una nueva retransmisión se escucha con la información de la localización de una cabaña al parecer abandonada.

El cmte. Ruiz y su grupo se trasladan al lugar en cuestión de minutos, al ver el aspecto de la finca, corrobora los relatos de Rubén y, queda perplejo ante la silueta de tan infecundo lugar, al principio pensó que la información llevaba un toque de ficción o hasta cierto punto efímera por el estado de excitación mental en el que se encontraban los chicos y además, por verse extraviados y el famoso mortal relámpago. Al verse frente a la pocilga, el horror no se aparta por un minuto de sus expresivos ojos, boquiabierto contemplo un soberbio monumento de lo ajeno a lo que conocemos como normal y encendió un cigarrillo con el afán de mitigar un poco ese olor tan característico que emanaba de allí, golpeada por las inclemencias del tiempo y su aspecto tan rudimentario que daba la impresión de que se trataba de una casa de siglos remotísimos y que su constructor se había basado en planos demasiado arcaicos, a pesar de ello, se veía que podía permanecer en pie por un largo periodo de tiempo y, a la vez, la piel escamosa de las maderas casi se desprendía a la primera racha de viento.

La casa estaba acogida por una multitud de árboles de altura media, sumida entre la espesura de una nutrida vegetación, pero lo curioso era que, los que se encontraban a inmediaciones de la finca presentaban un tono cenizo de grandes y desnudas ramas dirigidas hacia arriba como si se encajaran en lo alto del cielo, como si los árboles hubieran permanecido ahí por siglos custodiando lo malévolo, sin prosperidad y caducos. A un costado se podía ver los vestigios de lo que antaño había sido una valla de rocas, una verdadero hallazgo arqueológico, a mitad de la cerca rocosa y por la parte de afuera, se elevaba una robusta y frondosa higuera que en la parte del follaje que invadía el atrio de la finca se apreciaba marchita y de hojas rígidas y quebradizas, con ramas muy enfermas y duras cicatrices en sus cortezas, esto fue algo sumamente notorio en los espectadores que a nadie paso desapercibido.


- ¡Cmte. Ruiz! Tiene una llamada urgente en la patrulla, le llaman de la comandancia, dicen que es del Jefe de Seguridad y es urgente que se comunique con él – le advierte uno de sus subordinados que llega apresurado en su búsqueda.
- ¡No es posible! ¿En este preciso momento? – dice Ruiz al tiempo que apagaba su cigarrillo.
- Al parecer es relacionado con el joven que buscamos, ¿tendrán alguna pista...?

El jefe de seguridad del estado Lic. Rosales, oriundo de Tenancingo y contemporáneo del Sr. Avilés, se entera por medio de la Sra. De Avilés de los hechos ocurridos a su estimado amigo en el trascurso del medio día del domingo, el jefe tomó cartas en el asunto a fin de dar con los malhechores de manera inmediata y ejercer todo el peso de la justicia en pro de la golpiza propinada a su entrañable paisano, la señora narró los hechos sin dar pista alguna sobre quien pudo haber sido el autor intelectual o los autores materiales y el móvil de los hechos ya que no le sustrajeron nada de valor.

La señora especula en un momento dado que el atropello pudo haber sido producto de alguna advertencia o arreglo de cuentas por los negocios de su esposo, - cosa que también al jefe Rosales le entro la duda y en ese sentido trato de dirigir sus pesquisas.

El lic. Rosales tenía que dictar órdenes precisas al Cmte. Ruiz de primera mano con la idea de que dejara en otros agentes cualquier asunto ajeno a su paisano del alma y se abocara con toda su inteligencia y un máximo de recursos en personal y material a la búsqueda y captura de los agresores de su íntimo amigo el Sr. Avilés, se dirigió ante éste hecho con algunos indicios y pistas y a su vez con sus particulares puntos de vista para iniciar de inmediato las pesquisas. Estas órdenes fueron recibidas por el segundo de a bordo del cmte. Ruiz, el subcomandante Máximo Pérez, mismo que no se encontraba en la zona de rescate sino en la comandancia, éste índico al lic. Rosales que Ruiz se encontraba en una investigación por el supuesto extravío del hijo de su amigo el día anterior en un paseo de excusión con unos compañeros por la zona de los Morales pero que hasta ese momento no había nada preciso con el asunto del joven, esta información confundió al Lic. Rosales que de momento no supo que decir y solo se limito a indicar que se hiciera hasta lo imposible por llevar a cabo las ordenes por él dadas; que se reorganizaran con nuevas fuentes de información; se actualizara las nuevas pistas y se concluyera con la investigación.

Obviamente este asunto distrajo a Ruiz del hallazgo en la cabaña abandonada del bosque, quien una vez recibidos los dictámenes del jefe de seguridad vía su segundo de abordo, toma la decisión de replegarse y abocarse de inmediato a las nuevas ordenes en pie, dadas por el propio jefe de seguridad.

Para medio día del lunes, la Sra. De Avilés establece nuevamente contacto con el jefe Rosales y se pone como loca al pedirle su apoyo, ahora para dar con el paradero de su hijo Beto, le da una entrecortada explicación del paseo al que acudió su hijo el día domingo; los nombres de sus amigos de gira e incluso el lugar a donde se dirigieron; que por allá se extravío y que hasta la fecha no saben sus compañeros nada sobre él pero que en la escuela se inicio la búsqueda. Le manifestó su pleno agradecimiento y su confianza en este asunto tan violento de su familia y que de momento no podía separarse del hospital por el cruento estado de salud de su esposo y que de antemano estaría en contacto con él para saber sobre su hijo.

Ya de regreso en el hospital, la señora Martha ata cabos y relaciona lo siguiente: El incidente de su esposo confabulado con un posible secuestro de su hijo le llega a la mente, le llena de terror y piensa que esto pudiera ser factible por el hecho de que era más que una simple coincidencia, esto le viene a la memoria ya que en las ultimas fechas su esposo había realizados una diversidad de finanzas que le dejaron una buena suma de dinero y se empezó a relacionar con gente venida de Guerrero y Michoacán estados vecinos de Tenancingo. Para ella este enfoque de los hechos no se salía de la realidad dado que el presentimiento era algo en que se fiaba mucho y, para los ojos del jefe Rosales, de la misma manera no era augurar en vano. Rosales al darse cuenta de la situación tan especial por la que estaba cursando la familia con; su amigo hospitalizado y, tener conocimiento de la perdida del hijo en un viaje de campo, trata de estar en contacto con las autoridades a su mando y llevar mas de cerca el asunto, así como con los directivos de la escuela.

En un desplegado periodístico de la región sale a la luz pública la noticia sobre el acontecimiento ocurrido al magnate, la cual dice:
Lunes 3 de Diciembre

“El día domingo siendo aproximadamente las 11:23 horas de la mañana, en las afueras de la ciudad de Tenancingo con rumbo a los Morales sobre la carretera hacia... fue encontrado sin conocimiento el señor Alberto Avilés junto con su auto ultimo modelo victima de una tremenda paliza por un ajuste de cuentas, el hecho fue perpetrado por varias personas desconocidas dotadas de armas de grueso calibre y a bordo de dos camionetas cerradas color negro con placas ilegibles, los sujetos lo golpearon hasta que su victima perdió la razón y lo abandonaron dándolo por muerto, no hubo perdidas materiales pues no le sustrajeron objetos de valor o dinero, la victima llevaba en la guantera de su auto una lujosa arma la cual se presume no tuvo la oportunidad de poder usarla en su defensa”.

El lic. Rosales tomando como base los exiguos rastros del caso y el tinte que habían denotado la problemática, se atrevía a suponer que ambos acontecimientos, de una o de otra manera se relacionaban o bien, que uno podría tener consecuencia del otro.

Al abrir la puerta de su casa la Sra. De Avilés escuchan el sonar del teléfono que insistente llama, enciende la luz de la lámpara y en el registro observa seis llamadas sin contestar de un número desconocido, el mismo que en ese momento entraba y no llego con oportunidad a contestar el séptimo intento, nerviosa esperó por unos minutos frente al aparato telefónico con la esperanza de tomar la bocina al momento de entrar la próxima llamada, cosa que no ocurrió, observa con detenimiento el número insistente. Con un escalofrío que le recorría la espalda determina que es de un teléfono público.

No pierde tiempo y se dispone a tomar algunas cosas personales. La detiene la incertidumbre... regresa a la sala. En silencio dirige su atención al aparato telefónico sin respuesta. Expectante tiembla de ambas manos. Toma la bocina y llama a Rosales, le manifiesta la insistente llamada que no tuvo oportunidad de contestar y no tiene forma de identificar de quien provenga. Para Rosales, este es otro punto de apoyo en sus pesquisas, sus indicaciones son en el sentido de que sería de gran ayuda saber de quien se trata y cual es la insistencia de su comunicación; lo que se pueda inquirir es de gran ayuda insiste. Martha pregunta por los resultados del rastreo de su hijo Beto y solo se limita a escuchar de parte de Rosales; que se esta haciendo todo lo posible y que en la primera oportunidad en que se tenga información de su hijo de inmediato se pondría en contacto con ella estuviera donde estuviera. Rosales le pregunta sobre el estado de salud de su amigo y escucha que se encuentra fuera de peligro y esta en recuperación. Dadas las condiciones de su esposo la Sra. Martha toma la decisión de regresar al hospital y pasar el resto de la noche al cuidado de su esposo y con la fe puesta en hombros del Lic. Rosales amigo de la familia.

El cmte. Ruiz recibe información del departamento de policía; la maestra Lucy no tuvo comunicación con la familia de Beto por no encontrarse ésta en su domicilio y que se insistió por vía telefónica corriendo con la misma suerte. Ruiz deduce que la atmósfera que envuelve a la cabaña de los Morales tiene mucho que ver en todo este asunto, un ligero presentimiento detectivesco le dice que algo va ha encontrar en el bosque, y le provoca un estremecimiento en todo su ser. Reorganiza a sus equipos de búsqueda con las nuevas pistas y bajo la presión del jefe de seguridad designa misiones alternas. Ante esto se ve en la necesidad de salir personalmente con rumbo a los Morales a bordo de su patrulla y su linterna.

La luz empieza a velarse en el ocaso, por el extremo oeste una enorme silueta circular color naranja se deja ver, la luna esta al máximo, las nubes se aborregan en todo el firmamento y se aprecia un claroscuro de luminiscencia lunar. Ruiz con su patrulla deja una estela de polvo a lo largo del camino de herradura, va con rumbo a su presentimiento. Abandona su auto para seguir a pie sobre el sendero, pasa por un desnudo arrollo y a su paso se encuentra con una persona a caballo cuesta abajo, inicia su indagación y se entera que no muy lejos de la famosa cabaña se encuentra una familia que por muchos años estuvo como distantes vecinos.

“Los Pochtli son una familia muy antigua por aquí, en los Morales se dice que, toda la vida ha permanecido generación tras generación en sus tierras que preservan celosamente no permitiendo el paso a ningún intruso o gente curiosa, tienen un terreno muy grande y su casa se ubica en el centro de todo, por eso se han mantenido lejos del resto de la población. Son muy callados y casi con nadie hablan de su vida; si lo hacen, es solo para platicar cosa comunes y corrientes con el ganado o la siembra de temporal”

El caminante le dio los pormenores de como llegar al lugar, tomo nota de la descripción y fue en busca de la familia. La propiedad se encuentra custodiada por una hilera de grandes cedros blancos propio de la región y una puerta para ganado. No hay nadie a la vista. Ruiz traspasa la cerca y percibe un helado frío que le corta las mejillas, a lo lejos divisa una finca a la vez que es recibido por una jauría de todo tipo de raquíticos perros, Pedro Pochtli lo recibe con una escopeta empuñada al momento de hacer un disparo al aire y preguntar;

- Quien anday...!!!
- Agente de Policía, Cmte. Ruiz!
- Que quiere, que se le perdió.
- Solo quiero hacerle algunas preguntas.

Al explicarle el motivo que lo hizo llegar hasta su propiedad, a Pedro no le toma extrañeza su historia, pero permanece callado, solo se dedica a escuchar. Ruiz le pide su ayuda y le comenta que estuvo frente a la Cabaña del bosque y su extraño presentimiento en relación con ese lugar tan insólito, le pregunta; Qué es lo que sabe al respecto:

Pedro Pochtli se limita a explicar:

“Estas tierras han sido sagradas desde la eternidad, generaciones han pasado y han venido de todos los parajes de las ciudades de culto de la deidad de Malinalli, que es el símbolo de las hierbas que nacen en un cráneo, junto con esta está Mayahuel, la deidad lunar de cuatrocientos pechos la que amamanta a la Vía Láctea. Para llegar a estas laderas se anda por corredores terrenales a los que muy pocos tienen acceso, pasar por puertas señaladas por los mismos dioses y atravesar comarcas llenas de pureza para irse limpiando los malos espíritus, por esos pasadizos se anda en ayuno y cantando por el bienestar de los caminantes para que lleguen acompañados de los buenos elementos flotantes, de las buenas vibras del cosmos y rechazar los vapores del inframundo, en el transcurso del camino se deben colocar banderolas en los árboles como en un zapote, un ciruelo, un aguacate o un maguey el que vayas encontrando en el camino, por que los dioses protectores de Chalma la llevan en la cabeza. Hay que cantarle a la diosa guerrera 13-Águila, la reina de los de Chalma, la que se encuentra posada sobre un cactus, emplumada y su rostro bañado de sangre. Se tiene que estar en comunión con deidades protectoras en contra de los demonios, si no es así, se corre el riesgo de quedar en el intento y no regresar jamás o quedar loco”

Diciendo esto y dirigiendo la mirada al cielo donde por un espacio entre los nubarrones se asoma una fracción del gran círculo naranja.

“La magia ha llegado hasta estas tierras venidas desde la gran ciudad de Malinalco, centro importante de practicas ceremoniales donde el misterio flota y se mezcla con las almas de los guerreros, donde la savia que corre por sus venas esta impregnada del alimento de los dioses y las doncellas se purifican para ser entregadas en cuerpo y alma a Tepeyóllotl dios de las cuevas sagradas”

Aun que en su juventud trabajo por algunos años muy de cerca con algunos estudiosos de las culturas antiguas, a Ruiz se le erizo la piel al escuchar tan solemne explicación y arcaicos relatos, pero lo que él estaba esperando era información en relación con la cabaña que había visitado.

- En aquella cabaña las cosas no son como tu crees, tu no estas acostumbrado a ver nada que este fuera de lo que te rodea, nada diferente a tu vida diaria y allá es... no se como decirlo, solo te digo que no vayas para allá se destila una fuerza divina difícil de controlar por extraños, no vas a encontrar nada que te pertenezca – sentenció Pedro.
- Que tienes que ver en todo este asunto – sospecho Ruiz.
- Yo no sé nada, la casa era de unos paisanos los Océlotl pero la dejaron, se fueron a otras tierras más lejanas, la verdad no sé que rumbo tomaron, puedes entrar sin permiso de nadie, tiene años así, pero en nuestra tradición el ocelote es de mal agüero – corto Pedro.
- Llévame a aquel lugar, es tarde y no se como llegar allá – propone Ruiz.
- No puedo, mi padre esta en sus ultimas horas de vida, ha querido encontrarse con los del más allá, con los nuestros, desde la ultima luna, y por lo que veo ésta no creo que la viva – dice Pedro.

El tiempo corre en el reloj de Ruiz, enciende un cigarrillo y decide seguir por el camino que Pedro le indique – bueno como llego a la cabaña?

- No hay camino que esté ante tus ojos, pero la verdad es que si lo hay. Te vas sobre la hilera de cedros y al final se halla un viejo y retorcido pino, una de sus ramas esta colgada, apuntando hacia la derecha y otra más, esta metida en la tierra, como si sé la tragara el monte, de allí para adelante las montañas te van a acompañar en tu largo camino de tu lado izquierdo hasta llegar al arrollo Atlahua, camina río abajo hasta que se abre en dos brazos, el derecho es más grueso y el otro a pocos metros pasa por debajo de un peñasco, se pierde ahí pero por donde vuelve a salir sin apartarte de él te lleva directo a la cabaña, la única señal que hay es que la tierra del arrollo de ese brazo es de un color muy oscuro al resto del monte, se que no hay luz de la luna y sí muchas nubes que la tapan, pero con tu linterna no te vas a perder.

Ruiz solo mueve la cabeza, siente un poco de desesperación y dando las gracias toma lo que parece un largo y sinuoso camino. En todo el tiempo que le dedico a caminar su mente se ocupo en el relato que le hizo el viejo Pedro Pochtli. Y para ser honestos lo invadió un furtivo miedo. Se sumió en reflexiones de lo mágico que era el pueblo en épocas precolombinas y su mezcla con la modernidad que se vivía en ese momento, la atmósfera de las leyendas se hacían insólitas, incoherentes para tiempos contemporáneos, todo este asunto lo comenzó a confundir, le entro una especie de azoramiento que no supo como hilar sus ideas, por un lado su presentimiento de que quizás en la cabaña llegase a encontrar respuesta a sus pistas sobre el joven Beto, y por el otro, el asunto de los dioses y los ritos por los Pochtli y sus vecinos los Océlotl, que, aunque no se quedo a escuchar referencia alguna de los últimos, era de suponerse que sus creencias se tejían en el mismo telar. Para entonces no sabía hacia donde encausar sus ideas, incluso pensó en que estaba por una ruta equivocada de su investigación y estuvo a punto de desechar dicha odisea.

Sobre el camino, descubrir los indicios le fue relativamente práctico salvo el nacimiento del arrollo por debajo de la peña, éste se perdió en lo profundo como se lo había indicado Pedro pero no tuvo forma de identificar por donde emergía, en una inspección radial en torno a la peña, que afortunadamente solo tenía unos cuantos metros de circunferencia, no encontró rastro del arrollo y la indicación del cambio de color de la tierra no la registro, el risco estaba cubierta de un espeso e inflado musgo pegajoso, le escurría una savia babosa y cristalina como si tuviera vida propia, le fue más sencillo subirse (aunque con un penoso ascenso) a la gran roca y aprovechando una ventana nebulosa por donde emergía una luminiscencia de la luna, diviso muy a lo lejos las retorcidas y alargadas ramas de los arcaicos árboles que custodian la casa de los Océlotl.

Su sorpresa aumenta al arribar al patio de la finca e identificar un zapato, éste apenas si se veía en el pútrido fango que rodea la casa anegándola (y es en parte de donde proviene el penetrante mal olor), al tomarlo, lo estudia, su estado denota que se trata de un zapato en uso y su probable reciente aparición en la escena sospechosa. Lo toma celosamente como un trofeo a fin de identificar si es propiedad del joven Beto.

Ensimismado y con un puñado de ideas que le agitan la cabeza...deja caer la mitad de su humeante cigarrillo y le restriega la suela de su bota derecha. Irrumpe por una de las ventanas con su linterna y pistola en mano. Un escalofrío lo invade y a pasos inciertos entra. Titubea... El interior es tan oscuro como la más antigua de las criptas, la luz de su linterna contrasta con una sutil neblina y la hediondez a osario es pesadamente exasperante. Dentro de los objetos que encuentra, se define trazas de muebles muy deteriorados y vejestorios llenos de una gruesa capa de polvo, estantes roídos con losa casera y frascos apilados, sobre la mesa, inmensas ratas panteoneras husmeando en latas que contenían alimentos, una libreta vieja y una vela, posiblemente empleada no hace mucho, la sala es espaciosa y llena de objetos domésticos demolidos por el tiempo y en desorden, sobre la pared un telarañiento cuadro en tela agrietada y parcialmente desgarrada donde antes lucía una fastuosa escena de la época de la colonia, sorteando el desorden de la estancia penetra por uno de los pasillos que dan a las escaleras del piso superior, rechinan los peldaños uno tras otro y en el siguiente nivel solo descubre tres recamaras con viejos muebles de aspecto antiguo y ningún indicio del paradero de Beto.

En la planta baja se dirige escaleras abajo en lo que espera un ignoto hallazgo. Al abrir la puerta no soporta el miasma que al impacto le hace volver su estomago una y otra vez, guarda su arma y de modo instintivo lleva su pañuelo a cubrir su olfato, sus ojos se irritan ante el tufo que mana de vapores espesos elevándose en el ambiente del sótano. Las escaleras cubiertas por una alfombra de no muy viejas palmas detalladamente acomodadas, sobre ellas, naturaleza muerta en pétalos de flores de colores diversos.

En su memoria se devela la imagen de Pedro Pochtli y su recomendación de no entrar en ese maldito lugar así como las reflexiones que a su mente llegaron durante su travesía hasta la cabaña del bosque, pero la fuerza del deber le obliga a no detenerse en ese instante.

El tapete crepita con las pisadas de Ruiz al pasar escaleras abajo. Previo al recinto lo sorprende una mortuoria cortina de colgantes hilos que sostienen pequeños huesecillos de diversa anatomía, conchas de mar y una variedad de semillas que al moverlas emiten un sedante sonido musical; las traspasa con el menor testereo y, en el interior, sobre las vigas del techo del sótano penden pequeños objetos de cerámica prehispánica, amuletos y toda suerte de talismanes de esa época. Racimos de plumas y flores secas cubiertas de una sucia telaraña, objetos de madera rústicamente tallada, decoraciones con motivos precolombinos e insignias que pudiéramos pensar que se trata del mismo inframundo.

El resbaladizo piso esta levemente anegado por insalubres aguas que es posible se filtren desde el exterior, en lo profundo un chirrido de ratas lo distrae de su asombro, las llorosas paredes son grandes bloques de baldosas renegridas por las profundidades de ese mal, revestidas de un sutil moho que al fulgor de la lámpara de Ruiz libera una coloración fluorescente. En la parte superior inscripciones de lo que pudiera ser un exiguo mural con imágenes ceremoniales o de algún tipo de culto recorren los muros de un extremo a otro. Un robusto arco aloja un recoveco de no más de un metro de altura con una oscuridad abismal, el pasadizo se extiende sin un fondo aparente en dirección de este a oeste con rumbo a las laderas más altas. En el muro norte se erige un austero retablo en piedra con labradas expresiones no antes vistas por Ruiz, pudo darse cuenta que los bajorrelieves develaban una notoria maldad a los ojos ajenos y jeroglíficos que pertenecen a fronteras inexploradas. Una repisa rocosa soporta una figura en posición sentada, la cabeza hacia abajo y los brazos abiertos levadizos en expresión de suplica, su aspecto es de una labranza rústica y primitiva, pobremente decorada. A los lados racimos de flores y bellas plumas, atadas con listones de colores diversos y en el piso una ofrenda liquida en un guaje, varias velas y un braserillo a cada lado con incienso usado.

La lengua se le empezó a hacer agua seguido de una sensación de nauseas con retorcijones en el vientre, en la periferia de su mirada millones de luces centelleantes se agolpaban al momento de que un vértigo le aflojaba las piernas sin poder sustentarse de pie, se replegó hacia atrás del recinto y toco las escaleras, toma un fétido respiro y resuelve salir del espeluznante lugar trastabillando. Envuelto en una zozobra por el fallido intento, toma el zapato y huye sin voltear atrás.


VII

Martes


El jefe Rosales no da cabida a que su mano derecha, Ruiz, hasta la fecha no tenga noticias de resultados alentadores y sobre todo que, él este acosando su propia investigación y celoso por seguir su intuición en este caso tan especial por tratarse de su gran amigo. El grupo mayoritario de investigadores esta dedicado a escudriñar lo relacionado con grupos de delincuencia organizada, que en este caso su corazonada esta situada por ese lado y, Ruiz acalorado con encontrar algún indicio en una cabaña abandonada. Desde su punto de vista le parece inconcebible y se siente profundamente defraudado de Ruiz. Aun que en ese momento no tiene tiempo de pensar en imponerle alguna pena administrativa por alejarse de sus ordenes, esta consciente de que finalmente tomara el camino seguro y se dedicara hasta agotar todos sus recursos y anteponer su inteligencia a esclarecer este asunto.

El resultado de nuevos interrogatorios a individuos que pudieran tener ingerencia en el asunto y sobre todo a los compañeros de aventura de Beto, para fines prácticos sencillamente no afloro nada nuevo, salvo que el zapato si era de Beto (dando a entender que de alguna manera estuvo en el área) y se limitaron a describir una y otra vez lo ocurrido sin despejar nuevas evidencias para poder dar con el caso. Ante estos hechos tan frustrantes Rosales, redirige sus indagaciones abarcando otros horizontes.

A su escritorio llega una nota periodística en relación con el proceso que esta siguiendo muy de cerca y que no tiene ni la menor idea de que es lo que esta pasando en su jurisdicción. Ésta dice lo siguiente:

Lunes 3 de Diciembre.

“El día de ayer domingo en el trascurso de la mañana, el joven Alberto Avilés primogénito del magnate del mismo nombre, se extravió en la zona boscosa de los Morales el cual disfrutaba de un esparcimiento dominical junto con otros compañeros de su grupo escolar, el joven Beto, como lo llaman sus amigos, se desvío de la excursión sin dar muestra de su paradero ni rastro de él, los motivos que haya tenido para esta travesura hasta la fecha son desconocidos. El resto de los paseantes se dedico a buscarlo por mas de seis horas en las inmediaciones hasta altas horas de la noche y sin obtener respuesta. Hasta el momento se han tomado cartas en el asunto empleando un fuerte dispositivo de búsqueda y rescate por personal altamente especializado al mando del comandante Alfonso Ruiz y bajo la supervisión directa del jefe de seguridad del estado sin resultados favorables. Ante la golpiza que le propinaron al magnate y ahora con la desaparición de su hijo; se especula que, el supuesto asalto tenga relación con el extravío del joven Beto ya que tuvo lugar el mismo día, por el mismo lugar y se deba a un ajuste de cuentas o una disputa por el dominio territorial”.

Al entrar en comunicación con el cmte. Ruiz, el Lic. Rosales fue muy contundente en sus ordenes a fin de que se dejara de cosas y se abocara en relación con los últimos acontecimientos e información de reciente adquisición, las pesquisas se orientaron sobre rastros de una serie de atentados que el Sr. Avilés había sufrido en los últimos meses y que no les había tomado la importancia que el caso requería, esto es por que estaba custodiado por un sujeto con el encargo de cuidarlo por fue por una breve temporada.

Las investigaciones se disipan por un amplio sector de la ciudad e incluso fuera de ella y poniendo especial atención en detalles precisos. En las afueras de la ciudad con rumbo al Santo Desierto de los Carmelitas, se descubre el cuerpo inerte de un sujeto, que por su estado de descomposición es difícil al forense determinar a simple vista sus características físicas, se dice que corresponde a un individuo masculino de mediana edad y que quizás lleve unos días del deceso. De acuerdo con el protocolo de la investigación y la toma de evidencias sobre el difunto se procede a recabar todo lo que a su especialidad corresponde a fin de determinar de quien se trata y el móvil del homicidio. Ante este descubrimiento se le informa a Rosales y éste a su vez ordena se dé tramite a dicha información antes de poder determinar el proceder con la familia del cadáver.

La Sra. De Avilés se entera de este acontecimiento y siente que se trata de su hijo. Desesperada toma el teléfono y marca:

- Rosales que es lo que sucede, de quien se trata, quien es la persona que encontraron rumbo al Desierto? - doña Martha confusa demanda la información.
- Señora, cálmese, no sabemos de quien se trata, la persona que encontramos tiene ya varios días que murió, su cuerpo esta en muy mal estado de descomposición, no puede ser Beto, se lo aseguro – titubeante contesta Rosales por el desequilibrio de la señora.
- No quiero que me este ocultando las cosas se lo ruego, lo que tenga que decirme quiero que lo haga en su momento, si por favor – sugiere la señora Martha.
- No se preocupe le aseguro que todo en su momento lo sabrá, pero tenga confianza, vamos a localizar a Beto – se anima Rosales.


Las averiguaciones se van hasta el extremo de andar con fotografía en mano e indagando el paradero de Beto incluso por agentes auxiliares. Los frutos no son para nada alentadores salvo una delicada observación que se hizo en el barrio de Teotla por el señor G de edad avanzada, solemne, pulcro en su persona y, muy educado. Para el auxiliar, éste hecho no le fue de mayor importancia; sin embargo, transmitió el comentario a Ruiz quien en ese momento de igual forma no lo tomó tan a pecho ya que las indagaciones se dirigían por otros senderos.

Absorto y ahogado en humo Ruiz, retoma el comentario dicho por el auxiliar y se dirige rumbo a Teotla con la idea de cavar en ese tema del Sr. G: a éste el problema que le aqueja es la mala reputación de la familia Ramírez Océlotl que ocupa la última de las casas de la calle que da al viejo camino Real, la callecilla es un corredor empedrado lleno de hojarasca formada entre los linderos de los huertos de las casas, acotado por árboles de aguacate, fresnos y floripondios. Se trata de personas, aun que toda la vida han vivido ahí, no muy bien vistas por el barrio, son hoscas y difíciles de tratar, pero eso no es todo, sus costumbres son en realidad lo que llama la atención, de repente una aroma sumamente penetrante se deja sentir en el ambiente venido de su casa y los vecinos hacen mención de que se esta consumiendo algo que jamás habían olido, que es tan pestilente como si se tratara de carne chamuscada, a demás de los gemidos o lamentos que tal vez sean algún tipo de salmos, se dice que se trata de curanderias a gente venida de otros lados. Ante estos datos no es fácil de ocultar el tremendo asombro de Ruiz al escuchar las referencias de la familia.

- Por ejemplo anoche – dice intrigado G.
- Que fue lo que paso – se apresura Ruiz.
- ¡Alguien se quejaba y aunque los lamentos se apreciaban un tanto apagados, de cualquier forma sí salían a la calle! La gente se espanta a esas horas de la noche... Todo se escucha con perfección – menciona G alarmado – dicen que los que llegaron traían a un desgraciado casi arrastrándolo, toda la noche se escucho un ruido indefinible y aterrador, generalmente sucede cada vez que hay luna llena, pero esta vez como que hubo algo diferente.
- Todo esto me suena tan raro y a la vez tan familiar – piensa en voz alta Ruiz.
- Las personas que de repente pasan por el camino Real a deshoras, dicen que la peste mana de la tierra acompañada de ahogados lamentos como si suplicaran compasión.

Estos datos le fueron algo más que encontrar una veta de oro, Ruiz sintió que estaba a punto de descubrir el hallazgo arqueológico más grande de la historia, pero no sabia si todo esto estaba relacionado con el joven Beto.

Una inspección a las inmediaciones de la casa le dio a conocer que, ésta no tenía nada de extraordinaria, solo que se salía un poco del entorno ya que estaba muy rustica y se veía como si se tratara de una propiedad de antaño, por su aspecto, indicaba que la gente que la habitaba era de una pobreza casi extrema; sin embargo, gozaba de una porción de terreno considerable y que a la vez lo empleaban para la siembra de hortalizas y uno que otro árbol frutal, al parecer no se encontraba nadie y se podían contar poco más de diez perros en pésimas condiciones de cuidados domésticos. Al fondo y colindando casi con el camino Real, se apreciaba cierto abandono con una enramada y exuberante maleza, cachivaches viejos y una especie de basurero de toda la vida. Por un momento pensó Ruiz que el aroma provenía del basurero que da, precisamente al camino Real, y en relación con los lamentos, más bien eran producto de una jauría de hambrientos perros. Pero para poder averiguar más a fondo sería necesario entrar con una orden de cateo y así verificar que hay detrás de la inquietud de la gente de Teotla o por lo menos del señor G.

Los resultados preliminares del cadáver hallado rumbo al Santo Desierto son enviados a Rosales con copia a Ruiz y fueron relacionados con un sujeto de entre veintisiete y treinta años, de origen desconocido, muerto desde hace mas de cuatro días al parecer por golpes en todo el cuerpo y sumamente desfigurado por el calor, permanecer a la intemperie y carcomido por perros callejeros y roedores.

El Lic. Rosales establece comunicación con la señora Martha con el fin de saber sobre el estado de salud de su amigo y a la vez manifestarle que no tiene de que preocuparse por el sujeto que se encontró sin vida, que éste no tiene nada que ver con su hijo y que se está trabajando, aun que a pasos lentos pero seguros, sobre el paradero de los agresores y su hijo. Ella manifiesta que en ese momento su esposo ya se encuentra fuera de peligro y se ubica en una sala de recuperación, que si desea hablar con él debe ser discreto ya que no se le ha informado de la situación de su hijo por razones obvias.

Momentos después, bajo la sombra de un aguacate sobre la boca calle, Ruiz, descubre la presencia de varios sujetos que se aproximan a la casa, entre ellos, uno que lo llevan casi en brazos. Intenso se aproxima a interceptarlos. Doña Cleo va acompañada del hijo mayor y su hija, ambos conducen a un sujeto en condiciones de pésimo estado de salud, él no es capaz de sostenerse en pie y a leguas denota un agotamiento físico y mental a saber por su mirada perdida. Corrobora la información dada por G y observa una arrugada viejecilla de piel quemada de aspecto poco habitual con indumentaria autóctona, al lado, dos aberraciones de la naturaleza humana que exteriorizan repulsión a la vista. Tan solo el estar cerca de ellos le provoca ciertas náuseas a Ruiz por sus perversas deformidades físicas y una fetidez que despiden, al grado que refresca su memoria cuando se posó cara a cara con la cabaña del bosque. Sería mentir, si no se señala que le ocasiono un escalofrío en todo su ser; relacionar una con la otra y darse cuenta que el mismísimo mal asediaba frente a él con una suerte que de momento prefirió mejor dedicarse a lo suyo antes de atormentarse con hilar pensamientos nefastos. Dentro de la indagación la señora Cleo manifiesta:

- Él esta muy enfermo y lleva toda la semana así... pero se ha repuesto. Lo hemos curado, le hemos sacado casi todo el mal que traía. Su enfermedad es diferente; le sacamos bolas de cabellos bien enredados y lo pior es que ni siquiera eran de él. Se esta curando con cánticos y alabanzas, con savias de flores del campo y una celebración a la luz de la luna grande – dice con ojos desorbitados y mirada furtiva... sus escleróticas irradian borbollones de sangre.
- Que es lo que tiene y quien es él – con gran asombro dice Ruiz.
- Se llama Tobías y sus males los viene arrastrando desde hace mucho tiempo, esa ponzoña se ha visto desde la llegada de la nueva humanidad, fue el elegido por las maléficas aves de la noche y en época de luna llena se debe de curar o, se nos puede ir... Pero sí es así, el mal se nos regresará. Él tiene mucha fuerza en las venas, por eso es que pelea contra el maleficio – continua – ahora si nos dispensa lo llevamos a descansar.

No dando crédito a lo que presencio se retira con la fuerte convicción de regresar con orden de cateo en mano a fin de penetrar en ese abismo que para entonces se juntaba con lo que experimento frente a la cabaña abandonada. Era lógico que el nombre que le dieron no tenía nada que ver con el de Alberto Avilés y según, su enfermedad la venía arrastrando desde hacía una semana, cosa que tampoco correspondía con los datos de su búsqueda, pero... como saber si no estaban mintiendo, de hecho el no pudo reconocer al sujeto cuando lo tuvo de frente; ya que mediante la foto que se estaba empleando para localizarlo (aun que no era una foto reciente), su parecido no debió cambiar tan drásticamente en tan poco tiempo como para no reconocerlo en ese momento. La verdad es que aquel hombre estaba tan cabizbajo y demacrado que Ruiz no pudo determinar sus facciones. Se fue con una gran duda, ya que de ser ese joven, el afamado Beto, prácticamente lo tuvo en sus bigotes. De momento no le fue posible hacer otra cosa que formalizar el allanamiento y así disipar sus dudas.
De regreso a la casa de la familia R.O. en compañía de un agente ministerial y los apoyos respectivos para llevar a cabo la inspección del inmueble; cual ha sido su sorpresa que, la casa se encuentra totalmente abandonada, ni una alma y ni señas de la manada de perros. Al introducirse en la maltratada casa solo descubren artículos domésticos, muebles maltrechos y cosas comunes y corrientes que para el peso de la indagatoria son banales y de poca importancia. Ruiz pretendía encontrarse con una ornamenta similar a la hallada en la cabaña; sin embargo, su primer despliegue no arrojó los resultados deseados. Estas pretensiones resultan obvias ya que la relación que existe entre los antiguos ocupantes de la cabaña y los ahora hallados en Teotla se enlaza en una relativa conexión. Todos estos puntos de vista los comparte con el agente ministerial y éste a su vez le propone regresar a la cabaña en los Morales o bien mandar a otro equipo de trabajo. Es informado Ruiz que al final del baldío descubrieron una roída puerta cubierta entre los escombros que a simple vista pasó desapercibida y que esconde un pasadizo subterráneo a escasos metros del subsuelo. En su interior se expande una pequeña cámara acondicionada con materiales de fortuna, tan reducida que, solo existe espacio para alojar unas cuantas sillas de manera circular, un espacio en el centro donde se aprecia que llevan a cabo algún tipo de incineración y al frente una replica casi exacta del retablo maléfico que se encuentra en el sótano de la cabaña.

Alrededor del inmueble se hace una exhaustiva inspección sin el menor rastro de sus dueños, un grupo de auxiliares se distribuyen a la redonda a fin de verificar si no se encuentra algún integrante de la familia R.O. No muy lejos de ahí fue localizada doña Cleo, espantada y cobijada por las sombras de un enorme floripondio.

Al ser llevada ante el agente Ruiz es drásticamente interrogada en el sentido que, indicara el paradero de sus hijos y sobre todo el de la victima que tenían en tratamiento como lo mencionó momentos antes. A estas alturas Ruiz tenía la firme persuasión de que aquel sujeto maltratado era Beto, que dadas las circunstancias en las cuales se encontraba, no pudo ser capaz de poder identificarlo por su media filiación, pero tenía la corazonada de que se trataba de él. El nerviosismo empezó a delatar a doña Cleo que no encontró la manera de justificar sus practicas de chamanes con el sujeto que traían en brazos cuando llegaron a su casa, se esmeró en decir que se trataba de un tal Tobías y que hacía más de una semana de estar en “transe” pero, titubeó al explicar en donde se encontraba, el paradero de sus hijos y otros datos muy precisos que le formulo Ruiz en busca del joven Beto.

De inmediato fue trasladada a los separos de la agencia ministerial en calidad de detenida y como principal sospechoso por el presunto secuestro de Alberto Avilés Jr. Durante las primeras pesquisas llevadas a cabo por el propio Rosales (éste quedó atónito por lo que escucho) resulto ser que, la cabaña de los Morales tiene una implicación directa con las practicas rituales de Doña Cleo, no menciona el nombre del sujeto dado que ella no lo conoce y solo dice, un tanto confusa que su hijo mayor lo llevo a casa con el fin de sacarle los demonios. Como si estuviera embelesada, con la mirada en el espacio relata que un día antes de la luna llena, al tener ya a su presa (menciona Doña Cleo), tenía que ser preparado para ofrecerlo a la diosa Mayahuel, la de los cuatrocientos pechos, la deidad lunar y es que, según dijo; el joven nació bajo el signo de Malinalli de nuestro calendario náhuatl que es el día doce, que se llama Heno o Matorral; los nacidos con ese día de mal agüero, cada año deben sufrir una enfermedad muy grave, tal como le ocurre a los matorrales que cada año se secan y después reverdecen.

- ¡Yo tenía que sacarle la ponzoña, sino tendríamos que ofrecerlo con el mal adentro, ya estaba muy enfermo y, la diosa nos regresaría la maldad volviéndonos locos a todos!
- Donde se encuentra el sujeto y tus hijos ahora – grita Rosales.
- Muy lejos de aquí, en lo profundo del bosque, en la tierra de mis dioses – un ligero mareo hace que se desvanezca de golpe la Chaman.

El aspecto de la señora era de una vela, con un tono casi verde de su piel, su estado de excitación la debilito su piel acartonada estaba húmeda y grasosa, se le atendió a su vértigo y prosiguieron con el interrogatorio. Difícilmente se determina la ubicación del lugar y se destaca un contingente conducido por Ruiz con dirección hacia los Morales a la cabaña abandonada. Tras un estrepitoso despliegue en busca de los captores y la victima rodean la cabaña.

Envuelta en un silencio incomprensible...

...Una soledad inaudita.

Ruiz se dirige hacia el sótano seguido de un pequeño contingente bien armado. Las linternas se cruzan en la espesura de un ambiente polvoriento y denso. Sobre el piso trazas de un fluido sanguíneo de la victima y las paredes escaleras abajo accidentalmente untadas en sangre. La alfombra de los peldaños recién adornados con pétalos rojos. Titubeante desciende Ruiz sobre la reducida escalinata. Luces centellantes provienen de lo profundo. Su palpitar aumenta desenfrenado y siente que le falta aire de su cigarro. Le sudan las manos. El espacio ya le es familiar. De afuera le informan que no encuentra a nadie en las inmediaciones vía radio portátil. Con la quijada vencida y los ojos desorbitados choca con un desnudo péndulo; un ente boca abajo, atado de pies y manos se desangra inconsciente, un círculo de parpadeantes velas encendidas y una batea recoge el magma sagrado. Con escaso aliento y amoratado, sus lesiones son cuantiosas en todo su amortajado ser convirtiéndolo en una escorio humana.

El grupo de paramédicos llega al lugar de los hechos y presta rápidamente los primeros auxilios dándose cuenta que es Beto.

- El paciente respira – grita uno de ellos.
- Signos vitales relativamente estables.
- Rumbo al hospital...

El sótano arde en pesadas llamas invadiendo el resto de la casa en cuestión de minutos. De entre los árboles se escucha el chirriar de las llamas mortales, lamentos nefastos de los arcaicos custodios de la adversidad.



...Rolando entra en un frenesí emocional, sus movimientos son de una lucha constante.
Su corazón late como si estuviera corriendo.
Suda a chorros.
Tiene la idea de despojarse de sus ropas.
Se ve así mismo envuelto en llamas, en una casucha de un remoto lugar.
Siente que arde.
Mira de adentro hacia afuera. Siente como se consume. Busca a sus amigos... no los ve.
Piensa en sus compañeros, que fue de ellos, donde terminaron, donde están, que les sucedió. Se pregunta si él les pudo haber ocasionada algún mal?
Llora desahuciado con enorme sentimiento...
Irrumpe de su macabro sueño.
Sentado en su cama se da cuenta que esta bañado en sudor y es presa de una elevada temperatura.
Empieza a temblar a causa de la deshidratación y un fuerte dolor de cabeza lo estremece, cabizbajo con la cabeza entre las piernas termina de sollozar...










"RELATOS BANDA" la visión de una época en la que el ROCK era, es y sera un pilar en la personalidad de ROLANDO PACHECO...